La Recomendacion del Chef

Fragmentos salidos del horno una vez a la semana. El autor recomienda: el amor embotellado o la muerte enjaulada.

sábado, 31 de julio de 2010

Los Sueños de Veronica

- ¿cómo te sientes hoy, Verónica?; preguntó el doctor Santisteban abriendo su libreta de notas; ¿amaneciste bien?-

Verónica levantó la mirada. Sus ojos estaban levemente hinchados, como todas las mañanas, pero no por la falta de sueño sino por el exceso del mismo. Ese era un día más de esos en que se sentía miserable, solo por el hecho de haber despertado. Esbozó una sonrisa débil y asintió con la cabeza.

- que bueno; dijo el doctor; cuéntame, ¿Qué soñaste ayer?-
Verónica lo miró fijamente por un segundo antes de responder. - Lo mismo de siempre, doctor-
- vas a tener que ser un poco más específica-
- soñé con Juan Carlos-
- y en tu sueño, ¿qué hacías con Juan Carlos?-
- era un día normal, el 28 de julio del año pasado. Como todos los días antes del accidente nos despertamos, me besó, tomamos juntos el desayuno. Luego se fue a trabajar, y yo me quedé en la casa. Hice el almuerzo y limpié hasta que volvió. Almorzamos, hicimos el amor, y descansamos toda la tarde. Fue un día tranquilo, como cualquier otro, hasta la hora de dormir-
- ¿qué te hace decir eso?, ¿pasó algo a la hora de dormir?-
- le suplique que no me dejara dormir. Que si lo hacía probablemente terminaría de nuevo aquí, frente a usted-
- y, ¿no te hizo caso?-
La mujer negó con la cabeza
- Verónica; dijo el doctor, reclinándose en su silla; me preocupa que nos veas como una especie de situación que quieres evadir a toda costa. Estos sueños que tienes, claramente nos dicen que tú no quieres afrontar la realidad-
- sé perfectamente cuál es la realidad doctor-
- ¿cuál es la realidad?-
- Juan Carlos, mi esposo, está muerto. Murió en un accidente automovilístico porque yo quería ir a comer fuera, a última hora. Yo sobreviví-
El doctor Santisteban miró a su paciente en silencio. Decía la verdad, pero su mirada indicaba odio, repudio, como si estuviera repitiendo una mentira fabricada que convenía más que la verdad.
- puedes retirarte. Terminamos por el día de hoy-, dijo el doctor, y luego Verónica se puso de pie y salió del cuarto.

- diagnóstico; empezó a decir Santisteban encendiendo su grabadora de bolsillo; delusiones severas. La paciente continúa creyendo que su esposo sigue con vida y que sus sueños la transportan al pasado antes del accidente. Tiene una sólida creencia en que genuinamente puede regresar en el tiempo por pequeños detalles que ve, y reproduce los días de antes del accidente de manera secuencial progresiva, uno por uno, como si fuera otra vida que lleva paralelamente a esta, al mismo ritmo. Además, muestra poca credibilidad en mí y en el tratamiento que lleva, y aunque está bajo medicación contra la agresividad, tiene una actitud pasivo-agresiva. Se requiere más observación para determinar un tratamiento efectivo-
Verónica caminaba por el pasillo mirando las ventanas de las puertas en cada cuarto. Había pasado casi un año exactamente desde la muerte de Juan Carlos, y casi seis meses desde que estaba internada en el hospital psiquiátrico. - hospital-, dijo sarcásticamente para sí misma, y metió las manos en su bata.

La verdad es que poco o nada habían podido hacer ahí por ella. Decían que tenía alucinaciones, pero a ella ese diagnóstico no terminaba de convencerla. Cuando dormía, soñaba con los días de un año atrás, cuando su esposo todavía vivía, y eso era perfectamente normal en cualquier viuda reciente. Lo que no fue normal fue su intento de tomar un frasco entero de píldoras para dormir, alegando que quería no despertar, porque era más feliz en sus sueños.

Sus amigos se preocuparon tanto por ella que prefirieron internarla a preguntarle qué era lo que le pasaba realmente; pero ella no los culpaba, aunque tampoco los echaba de menos. Estar en ese hospital le había demostrado el poco apego que le tenía al resto del mundo. Lo único que realmente extrañaba era a Juan Carlos. Vivir sin él era mucho más complicado de lo que era aceptar ser viuda. Era como si una parte de ella se hubiera ido para siempre con él, y si eso no volvía a una persona loca, entonces probablemente ninguna razón hubiese sido lo suficientemente buena.
(...)

[Aperitivo de "Los Diez Días de Veronica" en la colección "Amor Fugaz"]

jueves, 22 de julio de 2010

Conciencias Intranquilas

- ¿Cómo puedes hacer que nada te interese?, no lo entiendo; dijo finalmente Agatha recogiendo sus piernas; he tratado por todos los medios de que no me duela el trabajo que hago, pero simplemente no puedo no temblar cuando me llega el mensaje con las indicaciones cada mañana-
- está en tu naturaleza ser humana, no es algo que puedas evitar-, respondió Gabriel sacando un paquete de cigarros de su bolsillo-
- ¿y tú como lo haces entonces? Eras sacerdote cuando estabas vivo, debiste ser todavía más humano que yo, y ahora mírate, no te interesa ni siquiera cuando una niña llena de sueños es asesinada a sangre fría por un depravado a medio camino de volver de la escuela-
El chico la observó en silencio sin responder
- ¿qué?,¿vas a pretender que no sabías que ese fue mi trabajo de hoy? Tú eres el mejor amigo de Santana, su mano derecha, sabes perfectamente qué caso le asigna a cada uno de nosotros. Viste que me asignaría llevarme el alma de la niña del parque que iba a ser asesinada a sangre fría, y no dijiste nada, y tal vez eso puedo aceptarlo; pero no hiciste nada para evitar que le pasara lo que le pasó, y eso es lo que no entiendo. No entiendo como alguien que un día estaba tan lleno de fe y ganas de cambiar el mundo y proteger al resto ahora simplemente mira sentado como todas las peores cosas le pasan a las personas más inocentes sin hacer nada-
- no tengo permiso de interferir. Es mi trabajo ver que las cosas sigan su curso natural, tanto como es tu trabajo hacer que sucedan y llevarte las almas al otro mundo-
- ¡eres un ángel!, ¡se supone que cuides a las personas, no que las dejes morir solas!-, gritó Agatha volteando a ver al chico, y luego volvió a guardar silencio y hundió la cabeza entre sus brazos.

Gabriel cerró los ojos y aspiró una pitada de su cigarrillo, como ordenando sus ideas por un momento

- los ángeles sentimos todas las cosas que sienten los humanos, pero de manera mucho más fuerte, Agatha; dijo finalmente exhalando el humo; es por eso que hay tan pocos de nosotros. La mayoría piden ser relevados de sus cargos antes de cumplir un año de servicio-
- ¿Qué?-, dijo la chica levantando la cabeza
- nadie te lo había dicho porque es un secreto, pero ahora lo sabes. Yo siento todo el dolor de las personas que cruzan al otro lado gracias a lo que hacemos, y me choca más de lo que podrías imaginarte, aún ahora después de siglos enteros. No lo muestro, simplemente porque prefiero confiar en que hago las cosas por algo-
- no empieces con todo eso del plan de Dios, por favor-
- ¿plan?, ¿Qué plan?; dijo Gabriel riendo; Agatha, ninguno de nosotros ha visto ni una sola vez a Dios, y por lo que sabemos, los ejecutivos de la compañía eligen al director, nunca ha sido designado por el mismo dios. Ni siquiera sabemos si hay un Dios al que echarle la culpa por las cosas que nos toca hacer. Es más, si alguien tiene la culpa de la muerte en el mundo en general, es Servicios Funerarios Incorporados. Ordenes o no, nosotros causamos los accidentes y nos llevamos las almas-
- vaya, gracias, ahora me siento mejor, nosotros en la compañía somos causantes de todos los desastres que matan a la gente; y no hay un dios al que responder. Perfecto, tú si sabes animar a una chica deprimida-
- está bien, olvídalo. Pretendamos que sí hay un Dios. ¿Qué si es un niño?, ¿o si está loco?, ¿o si simplemente somos una diversión para él y no hay absolutamente ningún significado en lo que hacemos? No podemos sostenernos pensando que Dios tiene un motivo para todo, así como no podemos echarle la culpa de que nos pasen cosas malas. Simplemente es cómo funcionan las cosas, nosotros somos parte del sistema tanto como lo es el agua, o el sol. Así es como el mundo ha sido siempre-
- ¿entonces a qué quieres que me aferre para seguir deseando vivir?; exclamó Agatha con lágrimas en los ojos. Papá me dijo muchas veces que después de la vida había una vida más larga y más hermosa en el cielo. Ya me morí una vez, y no hubo cielo, ni la vida es feliz, solo es larga y horrorosa. Tenemos el peor trabajo del mundo y, ¿para qué?, ¿qué tenemos al final del día?-
- nos tenemos el uno al otro-, contestó Gabriel y luego se puso de pie y extendió su mano hacia la chica.
- no quiero volver a…
- no vamos a volver a la oficina; dijo el chico; vamos a ir a pasear un poco. Has estado trabajando demasiado últimamente, es justo que te des un día libre. Santana no va a oponerse, créeme-
La chica miró a su amigo por un segundo, dudosa, y luego tomó su mano y se puso de pie.
- escucha; le dijo secándole las lágrimas de los ojos; tal vez no existe ningún Dios al que culpar por lo que pasa en el mundo pero, nos tenemos los unos a los otros. He escuchado lo que piensan las personas antes de morir, y lo que guardan sus almas después de haber dejado sus cuerpos y créeme, de lo único que se acuerda la mayoría es de las cosas buenas que hizo al lado de la gente que quería. No te entretengas en el dolor que sientes o que sienten los demás, ni en cuál es el significado de lo que haces. Mejor vete a buscar lo que te haga feliz, porque al final del día, que tú estés aquí para acompañarnos, ya hace que valga la pena vivir. Al menos para mí, ¿entiendes?-
La chica entonces esbozó una sonrisa, y abrazó a su amigo, todavía llorosa; deseando olvidar el trabajo horrendo que los encargados de la muerte como ella, tenían que realizar.
(...)

[Aperitivo de "Servicios Funerarios Incorporados S.A."]

jueves, 8 de julio de 2010

Los Inmortales en su Palacio

El comportamiento de Diana en general, nunca dio demasiados problemas hasta que cumplidos sus doce años, llegó un nuevo residente a la casa.

La chica volvía de la escuela junto con el resto de sus primos cuando vio una vez más aparcarse el coche de la abuela frente a los jardines de la mansión. La diferencia fue que esta vez, en lugar de descender sola, junto con un par de maletas de ropa y algunos atados de plantas y verduras, bajó con una niña pálida de cabello castaño que tenía todo el aspecto de haber sido arrastrada hasta ahí contra su voluntad; y con un tipo alto parecido a ella que tenía una bata blanca que le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas.
“la niña se llama Sofía; le dijo Matilde a Rosa mientras ella preparaba el té árabe con el que siempre recibía a su suegra; tiene un carácter muy problemático así que vamos a tener que mantenerla vigilada todo el tiempo”
“¿y el chico?”, preguntó Rosa mirando al médico hablar con su hermana.
“es su hermano Matías. Él no se va a quedar todo el tiempo, pero va a venir de vez en cuando porque pronto no voy a estar en condiciones de seguir poniendo orden sola en esta casa”.

“no puedo creer que le estés haciendo los mandados a esa bruja”, le decía Sofía a su hermano al mismo tiempo que su abuela le contaba a rosa los métodos para domar su carácter. “no parece que fueras el mismo que se robó a la hija de los Valencia”.
“A veces es necesario ceder para poder ganar, Sofía, es algo que te enseña la edad”, le respondió Matías, mientras miraba un dibujo de Maria Gracia, que siempre llevaba con él.

Sin embargo, para Sofía, no existían treguas con la mujer que la había hecho comer cosas horribles, vivir de té amargo un mes, bautizarse, y dejar su casa en el pueblo para vivir en un laberinto de cuartos de la capital, y la misma noche que llegó, se trepó por la ventana de su cuarto en el ala oeste, y salió al techo dispuesta a saltar para escaparse.
“¿qué haces?, te vas a matar, bájate de ahí”, le dijo Diana, que había escuchado el ruido de sus pisadas sobre su habitación, contigua a la de ella. Sofía la miró, y sonriendo, se dejó caer los cinco metros que había entre ella y el suelo. Diana bajó corriendo las escaleras e intentando no despertar a los demás, especialmente a la abuela, salió al patio, en el que Matías ya se hacía cargo de levantar a su hermana. Entonces vio asombrada como en un momento su prima se acababa de romper el cuello y tenía los ojos en blanco; y al otro, Matías volvía los huesos a su lugar, y la chica comenzaba a toser como si no se hubiera lastimado en absoluto.
“nunca se salta de cabeza, así tienes que esperar a que alguien te componga los huesos antes de sanar”, le dijo el médico a su hermana mientras le daba vuelta a los huesos de sus piernas.
“¿qué haces acá todavía?”, preguntó Diana frustrada
“la abuela me mandó a esperarte”, le respondió su hermano, y en ese momento, ambos se dieron cuenta de la niña observándolos en silencio desde la puerta. Entonces, el chico suspiró preocupado.

“no puedes decirle a nadie, todos los demás en esta casa son muy jóvenes para saber”, le dijo Matías a Diana una vez que los tres volvieron a la casa. “nosotros no morimos, pero no es para andarlo presumiendo”. “¿y si seguimos qué?”, le dijo Sofía desafiante
“si sigues la abuela te va a encerrar para siempre o hasta que te mueras. ¿No quieres saber qué tan largo es eso con nosotros verdad?”.
Sofía lo miró enojada por un momento, y luego se paró para ir a su cuarto, dejando sola a su prima con su hermano.
“¿todos somos así?”, le preguntó entonces la niña mirándolo deslumbrada sin entender del todo que ese hombre de autoridad tan imponente era su primo.
“todos, hasta que yo decida lo contrario”, le contestó él sonriendo, y luego la envió de vuelta a su cuarto.

La chica subió silenciosamente, y se encontró a su prima llorando de rabia tras su puerta. “oye”, le dijo, “¿No me quieres explicar por qué no podemos morir?, a mí tampoco me gusta tener que escuchar lo que dice la abuela”.
Y Sofía levantó la mirada y le contestó con una sonrisa, entendiendo las intenciones detrás de esa frase. Fue así como desde ese día, las dos chicas se volvieron las mejores amigas.
(...)

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

viernes, 2 de julio de 2010

El Deseo de la Asesina

- alguien en tu posición no debería hacer enojar a la chica que está sosteniendo un cuchillo contra su garganta-, le dijo Tiffany a Jack, presionando su arma contra el cuello del chico
- ¿por qué?, si quisieras matarme lo habrías hecho al comienzo de esta conversación. Tú eres el lado de la personalidad de Tiffany que no titubea para hacer las cosas, nunca sales solo para dialogar esperando la solución pacífica-

La chica volvió a guardar silencio. Jack entonces sujetó la daga de su cuello por el mango, y sin mucho esfuerzo, la tiró al piso.
- porque no dejas de jugar y me dices de una vez por qué saliste tú en lugar de la otra Tiffany-
- la verdad, es un secreto-, contestó la chica, y de pronto abrió las manos súbitamente, y una onda psíquica golpeó todo el cuarto, lanzando a Jack contra la pared. Él, sin embargo, aún en su sorpresa, alcanzó a lanzar rápidamente una semilla, y lianas se dispararon de inmediato de ella para sujetar a su oponente, que peleó por un instante, dándole al chico suficiente tiempo para acercarse a ella. La chica lanzó un puñetazo, pero Jack la sujetó firmemente y la acercó a él.

- dime de una vez, le dijo, ¿para qué te asomaste?-
La chica entonces se empinó como si fuera a embestirlo, y en vez de eso, le plantó un beso en los labios, que lo dejó frio.

Jack soltó a Tiffany, mientras respondía el beso. Todo era muy diferente a como se imaginaba que las cosas serían si llegaba a estar en una situación así con Carolina. En vez de ser suave y tierno, fue casi animal, completamente impulsivo, como un apetito estimulado por el combate.

Tiffany se colgó de Jack, cerrando sus piernas alrededor de su cintura, y el chico avanzó un par de pasos y la dejó caer sobre el sofá de la sala, todavía besándola frenéticamente.
Tiffany sonrió enredando sus dedos en el cabello de Jack, que tenía la cabeza hundida en su blusa. - ¿Tenías que llegar a esto?, hubiera sido más fácil que me dejaras matarte-
- puedes intentarlo después, no tengo ningún apuro- le respondió el chico, y luego volvió a besarla subiendo su mano por uno de los muslos de la chica.

Por lo general, Jack había pensado que el otro lado de Tiffany era la ira contenida de la chica, pero las cosas que hicieron esa noche le demostraron que había estado equivocado porque esa Tiffany era, y siempre sería, una persona distinta de ella, que si bien representaba algo, probablemente sería su lujuria.

***

Jack abrió los ojos. Le dolía la cabeza, pero no tanto como el cuerpo. Se sentía como si alguien lo hubiera golpeado toda la madrugada, y en realidad lo que había hecho no era tan diferente de eso.
- ella tenía razón, debí dejar que me mate-, dijo mientras se levantaba lentamente del sofá
- ¿tanto te cansé?, tengo que decirle a mi otra yo que sea más suave contigo para la próxima-, le contestó Tiffany, viniendo ya completamente vestida con un plato de tostadas en la mano
- Tiffany, oye, yo…
- shhh; le dijo ella poniendo un dedo sobre sus labios; no hables, come. Debes tener muy poca energía después de ayer-
- bueno, pero yo…
- también te prepararé jugo de naranja, debes tener todavía menos líquidos en el cuerpo-
Jack se quedó en silencio observándola un momento, y luego tomó una tostada y le dio una mordida.
- ah, llamó David, dice que hoy él y Juan Daniel van a jugar billar con Alcadías y que también estás invitado-
- ¿David?, exclamó sorprendido el chico, ¿y tú?...
- no te preocupes, claro que no le conté; solo le dije que te habías quedado exhausto después de ayudarme a entrenar una nueva técnica-
- ah-, contestó Jack; y luego ambos permanecieron en silencio.

- oye, Tiffany., dijo el chico finalmente
- dime-
- ¿la de ayer fue solo tú otra personalidad, o tú tuviste algo que ver con lo que pasó?-
Tiffany soltó una carcajada, y luego tomo un vaso y comenzó a exprimir el jugo de una naranja dentro de él. - tú mismo lo dijiste; respondió; yo soy la que la deja salir cuando me conviene-
- ¿entonces?-
- llevaba algún tiempo pensándolo. Te has portado muy bien conmigo desde que comencé a tener problemas con mis poderes, así que pensé en una manera de agradecértelo-
- ah-, contestó Jack, y comió otra tostada, un poco confundido por la respuesta
Tiffany comenzó a reír nuevamente. - ¿Sabes que eres muy lindo cuando no entiendes nada de lo que pasa?-
- yo no diría que nada-
- yo sí; respondió la chica, y luego se acercó con su jugo y le dio un beso fugaz en los labios; ahora arréglate, si quieres disimular hace falta que no tengas cara de haber sido golpeado toda la noche-
- fue algo muy parecido-, contestó Jack mordiendo una tostada más
- si bueno, la próxima vez podría encargarme yo-; dijo, y se acercó a Jack para susurrarle al oído; - ¿Quién sabe?, si te portas bien podría ser más suave esta vez y dejar que tú me canses a mí como mejor te parezca-

Y una vez dicho esto, le dio un beso más y volvió a dirigirse a la cocina.

- y así se supone que me concentre en arreglar sus poderes-, exclamó Jack para sí mismo
(...)

[Aperitivo de "Psiquicos entre Nosotros"]