La Recomendacion del Chef

Fragmentos salidos del horno una vez a la semana. El autor recomienda: el amor embotellado o la muerte enjaulada.

jueves, 8 de julio de 2010

Los Inmortales en su Palacio

El comportamiento de Diana en general, nunca dio demasiados problemas hasta que cumplidos sus doce años, llegó un nuevo residente a la casa.

La chica volvía de la escuela junto con el resto de sus primos cuando vio una vez más aparcarse el coche de la abuela frente a los jardines de la mansión. La diferencia fue que esta vez, en lugar de descender sola, junto con un par de maletas de ropa y algunos atados de plantas y verduras, bajó con una niña pálida de cabello castaño que tenía todo el aspecto de haber sido arrastrada hasta ahí contra su voluntad; y con un tipo alto parecido a ella que tenía una bata blanca que le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas.
“la niña se llama Sofía; le dijo Matilde a Rosa mientras ella preparaba el té árabe con el que siempre recibía a su suegra; tiene un carácter muy problemático así que vamos a tener que mantenerla vigilada todo el tiempo”
“¿y el chico?”, preguntó Rosa mirando al médico hablar con su hermana.
“es su hermano Matías. Él no se va a quedar todo el tiempo, pero va a venir de vez en cuando porque pronto no voy a estar en condiciones de seguir poniendo orden sola en esta casa”.

“no puedo creer que le estés haciendo los mandados a esa bruja”, le decía Sofía a su hermano al mismo tiempo que su abuela le contaba a rosa los métodos para domar su carácter. “no parece que fueras el mismo que se robó a la hija de los Valencia”.
“A veces es necesario ceder para poder ganar, Sofía, es algo que te enseña la edad”, le respondió Matías, mientras miraba un dibujo de Maria Gracia, que siempre llevaba con él.

Sin embargo, para Sofía, no existían treguas con la mujer que la había hecho comer cosas horribles, vivir de té amargo un mes, bautizarse, y dejar su casa en el pueblo para vivir en un laberinto de cuartos de la capital, y la misma noche que llegó, se trepó por la ventana de su cuarto en el ala oeste, y salió al techo dispuesta a saltar para escaparse.
“¿qué haces?, te vas a matar, bájate de ahí”, le dijo Diana, que había escuchado el ruido de sus pisadas sobre su habitación, contigua a la de ella. Sofía la miró, y sonriendo, se dejó caer los cinco metros que había entre ella y el suelo. Diana bajó corriendo las escaleras e intentando no despertar a los demás, especialmente a la abuela, salió al patio, en el que Matías ya se hacía cargo de levantar a su hermana. Entonces vio asombrada como en un momento su prima se acababa de romper el cuello y tenía los ojos en blanco; y al otro, Matías volvía los huesos a su lugar, y la chica comenzaba a toser como si no se hubiera lastimado en absoluto.
“nunca se salta de cabeza, así tienes que esperar a que alguien te componga los huesos antes de sanar”, le dijo el médico a su hermana mientras le daba vuelta a los huesos de sus piernas.
“¿qué haces acá todavía?”, preguntó Diana frustrada
“la abuela me mandó a esperarte”, le respondió su hermano, y en ese momento, ambos se dieron cuenta de la niña observándolos en silencio desde la puerta. Entonces, el chico suspiró preocupado.

“no puedes decirle a nadie, todos los demás en esta casa son muy jóvenes para saber”, le dijo Matías a Diana una vez que los tres volvieron a la casa. “nosotros no morimos, pero no es para andarlo presumiendo”. “¿y si seguimos qué?”, le dijo Sofía desafiante
“si sigues la abuela te va a encerrar para siempre o hasta que te mueras. ¿No quieres saber qué tan largo es eso con nosotros verdad?”.
Sofía lo miró enojada por un momento, y luego se paró para ir a su cuarto, dejando sola a su prima con su hermano.
“¿todos somos así?”, le preguntó entonces la niña mirándolo deslumbrada sin entender del todo que ese hombre de autoridad tan imponente era su primo.
“todos, hasta que yo decida lo contrario”, le contestó él sonriendo, y luego la envió de vuelta a su cuarto.

La chica subió silenciosamente, y se encontró a su prima llorando de rabia tras su puerta. “oye”, le dijo, “¿No me quieres explicar por qué no podemos morir?, a mí tampoco me gusta tener que escuchar lo que dice la abuela”.
Y Sofía levantó la mirada y le contestó con una sonrisa, entendiendo las intenciones detrás de esa frase. Fue así como desde ese día, las dos chicas se volvieron las mejores amigas.
(...)

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

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