La Recomendacion del Chef

Fragmentos salidos del horno una vez a la semana. El autor recomienda: el amor embotellado o la muerte enjaulada.

lunes, 28 de junio de 2010

Soñando Despierto

- esta es la casa que dibujé, ¿verdad?, es como la maqueta que armamos para estudios sociales-, dijo Ernesto sonriendo sin poder creer lo que veía. Estaba exacta, como en su imaginación y sus diseños (y obviamente sus sueños), desde el techo a dos aguas, hasta los inmensos ventanales del segundo piso, el patio y los juegos que había dicho haber puesto por si tenía hijos.
- dime, ¿tienes como saber si la Alejandra del mundo real se dio cuenta de que los juegos en realidad los puse para mí?-
- Ernesto, soy más inteligente que tú hasta aquí, en tus sueños; ¿tú qué crees?; le contestó Alejandra sonriendo, y luego lo tomó del brazo; ¿quieres verla desde adentro?-
- sí, claro pero, ¿se puede?, porque parece que hay alguien viviendo ahí-
- es tu sueño, ¿te acuerdas?, ahí vivimos nosotros-
- buen punto-, dijo el chico, y luego cerró los ojos. Al abrirlos, ambos se encontraban ya sentados en un sofá color café, en medio de la inmensa sala de estar que Ernesto mismo había diseñado con cuidado para su proyecto de estudios sociales de la casa de ensueño.
- es perfecta, justo como la diseñé; exclamó el chico levantándose para mirar la chimenea que mandaba en el centro del salón; ¿aquí vamos a vivir realmente si decido ser arquitecto?-
- no estoy segura. Tú deseaste ver cuál era tu futuro y esta es la respuesta de tu consciencia. Probablemente sí sea lo más seguro, porque tu siempre eres muy realista con tus metas-
- ¿aunque esté soñando?-
La chica le sonrió y luego se encogió de hombros.
- bueno pero y, ¿qué mas hay?-
De pronto, sonó el timbre, y el chico se volvió a mirar la puerta. Las lunas permitían ver dos pequeñas siluetas, muy similares entre sí.
- ¿y eso qué es?-
- ábreles la puerta y verás-
El chico miró extrañado a su amiga. Luego caminó lentamente, entre toques seguidos de timbre, y se tomó un momento para respirar antes de abrir la puerta.
- ¡papi, ¡Micaela se tomó mi jugo antes del almuerzo y estuve muriéndome de sed todo el día!-, fue lo primero que escuchó apenas hubo girado la perilla. Una de las dos pequeñas siluetas había saltado a sus brazos y ahora lo tomaba del cuello firmemente apoyada en ellos. Era una niña, de no más de siete años, con cabello castaño larguísimo y que cargaba una maleta en la espalda.
- ¡no es cierto!; replicó la otra niña, que había entrado no mucho más civilizadamente a la casa arrastrando una maleta igual a la de su hermana; ¡Anto se olvidó de su jugo en la mesa y agarró el mío. Yo solo fui a recuperarlo!-
- ¡era mío, el frasco tiene mi nombre!-
- ¡solo porque se lo pusiste en clases cuando no te miraba!-
- niñas, basta; interrumpió entonces Alejandra, viniendo con un frasco de jugo en la mano; Micaela, encontré tu frasco de jugo en el sofá. ¿Estuviste mirando televisión en la mañana antes de ir a la escuela aunque te dije que no lo hagas?-
- no mami, no sé cómo llegó ahí-, dijo la niña sonriendo disimuladamente
- no sabes, ajá. Bueno, entonces discúlpate con tu hermana por tomarte el jugo y haber dicho que se había robado el tuyo-
- lo siento-, dijo la niña mirando aburrida a su hermana, todavía en brazos de Ernesto
- te dije que era mío-, le contestó la chica sacándole la lengua a manera de burla
- tú también sé amable Anto, Mica es tu hermana. Ahora, vayan las dos a lavarse las manos, el almuerzo ya está servido-
- si mamá, dijeron ambas niñas, y la que Ernesto tenía en brazos le dio un beso, saltó al suelo y corrió junto con su hermana hacia el baño.

El chico estaba en shock.
- no te sorprendas tanto, así se verían las niñas si tuviéramos gemelas-
- ¿vamos a tener gemelas?-
- ¿por qué no?, tú tienes gemelas en tu familia. Sería una posibilidad-
- ni siquiera sabía que quería tener gemelas-
- pero ahora lo sabes; dijo Alejandra sonriendo; y también las quieres mucho, aunque Micaela tiene tu carácter, por eso te da más problemas que Anto-
- ¿de verdad?-
- sí. Anto sacó mi caracter y Mica el tuyo, aunque anto es tan terca como tú, y Mica es tan inteligente como yo. Realmente tienes que dejar de sorprenderte tanto-, contestó divertida la chica, y luego tomó a Ernesto de la mano y lo llevó a la mesa del comedor.

- yo ni siquiera pienso en ser papá-, dijo sentándose, todavía un poco paralizado por la sorpresa
- sí piensas, muchas veces, solo que no te das cuenta-
- ¿a qué te refieres?-
- es que el deseo de ser papá está en todas las cosas que haces como amigo, o como enamorado incluso. Muchas veces tratas a Catalina como si fuera tu hija, sin darte cuenta. Te preocupas por tantas cosas, y la engríes tanto que estoy segura de que la yo del mundo real a veces debe creer que más la ves como a una hija que como a una enamorada-
- eso suena horrible-
- lo sé, tienes una mente muy rara-, le respondió Alejandra; y luego las gemelas llegaron corriendo del baño y se sentaron.
- oye, ahora que lo dices, me había olvidado por completo de la existencia de Catalina. Cómo es posible que la olvide dentro de mis sueños, es mi novia-
- no lo sé. Aquí solo está lo que ves en tu futuro-
- ¿entonces no debería estar teniendo esta conversación con ella?, digo, ¿por qué estás tú en su lugar?-
- dime tú-, le respondió la chica sonriendo recostada en la mesa con la cabeza apoyada sobre los brazos.
(...)

[Aperitivo de "Caminando Dormido"]

miércoles, 23 de junio de 2010

Juegos de Niños

El palacio de juegos de los niños, que había sido ampliado hasta tener la dimensión de una pequeña cabaña de verdad, fue convertido en un hogar, y Maria Gracia comenzó a traer floreros, cortinas, alfombras, sábanas, frazadas y manteles que había aprendido a bordar de Betsabé, la mayor de sus hermanas; mientras que Matías, ya tan experto en el oficio de la carpintería como lo era en el de la medicina, se pasaba las tardes construyendo sillas, mesas, camas y sillones, y haciendo las modificaciones a la casa que más le parecían adecuadas para la comodidad de ambos.

Pronto su casa fue tan acogedora y tan real que el cartero pasaba creyendo que una nueva familia acababa de mudarse, y el lechero comenzó a dejarles botellas todas las mañanas en la puerta. Ambos niños se despertaban más temprano que de costumbre, diciendo que la escuela empezaba antes, y se iban en secreto a desayunar juntos, mientras hablaban de qué harían y qué nuevas cosas agregarle a la casa ese día.

Nadie más que Helena, que ya tenía fama en el pueblo de ser la primera en enterarse de todo, notaba lo que realmente estaba pasando. Ella solo lo vio como algo inofensivo y propio de la edad a la que entraban. “no importa demasiado, al fin y al cabo solo son un par de niños que están creciendo”

Y de cierta forma, eso era verdad; porque los juegos que jugaban no se volverían realidades hasta poco antes de terminar el sexto grado.

Llovía de manera particularmente fuerte, y Matías había decidido quedarse a reforzar el techo a dos aguas de la casa el día que Maria Gracia escuchó por primera vez un término que cambiaría la relación con su amigo para siempre. Salía del baño cuando escuchó a un grupo de chicas contemplar emocionadas a una de ellas, que sonreía diciendo, “Manuel me ha pedido que seamos enamorados”.

“Ser enamorados”. Ella había oído miles de veces el término, “novios”, que usaban los adultos y los personajes de sus cuentos para decir que sólo querían estar con una persona para siempre, pero jamás había oído de una versión infantil de esa misma relación. Pensó todo el camino de regreso a casa, y llegó a la conclusión de que todo lo que la chica había dicho, “salir juntos, pasar el tiempo, no querer estar con nadie más”, era lo que había venido haciendo con Matías desde que lo conoció. Entró por la puerta de la cabaña, empapada de lluvia, y le preguntó medio confundida, medio avergonzada a su amigo, ¿nosotros somos enamorados?
Matías dejó de inmediato de clavar una tabla con la que terminaba de asegurarse de que el techo no tuviera goteras, bajó la escalera para acercarse a la chica, la miró en silencio por un segundo y le dijo, “sí, eso es lo que somos”.

Y la niña corrió emocionada a decirle a su madre, una mujer alemana que ya estaba en sus cuarenta y tantos, que tenía el primer enamorado de toda su vida. Llegó escurriendo agua de sus bucles, ahora transformados en ríos de cabello lacio que caían sobre su espalda y sus hombros, y se dirigió a la cocina, donde la señora revolvía la sopa mientras su esposo leía el periódico.
Sin embargo, al hacer el anuncio, la respuesta que obtuvo no fue ni remotamente la que se esperaba.

Su padre, apenas escuchó a su hija pronunciar la palabra “enamorado”, la vio como si tuviese seis años nuevamente y hubiera dicho una grosería.
Con voz de rabia contenida, y la severidad de quien es patriarca de una familia de nueve mujeres, le prohibió a la niña ver a su príncipe nunca más, y le dio la orden de que desde ese día en adelante, sólo podría ir de la casa a la escuela y de la escuela a la casa, sin desvíos.

Ella rompió en llanto y se encerró en su habitación abrazando un libro de cuentos que había ilustrado manualmente para Matías hacía cosa de un año; mientras que sus hermanas escuchaban la pelea entre sus padres, sin comprender nada en el mejor de los casos.

Matías no entendió nada del asunto cuando la vio al día siguiente y ella se alejó de él con los ojos enrojecidos.
“seguro has hecho algo mal, le dijeron los otros chicos, a las mujeres les encanta llorar por cualquier cosa, gringo”
Pero por más que trataba no podía pensar en algo que hubiese hecho mal. Solo estaba el hecho de decirle que era su enamorada.
Quizás ella no quería ser su enamorada, y se había asustado por escucharlo decir eso. Talvez todo hubiera estado mejor si nunca hubieran tenido que conocer el significado de esa palabra, y ahora el chico se sentía tan solo como no se había sentido en años.

Volvió por primera vez en meses temprano a casa, y se sentó a retomar sus estudios de medicina, que últimamente habían sido dejados de lado, solo para comprender que ya no sentía que el conocimiento lo llenaba. La emoción de entender más el funcionamiento del cuerpo y cómo curar sus averías se había vuelto tan tenue que ya ni podía percibirla. Al cabo de un mes de intentar olvidar el asunto, llegó a estar tan frustrado que así como había hecho al descubrir que no podía curar a nadie con su sangre, pateó la pila de sus libros, y se echó a la cama a contemplar el techo, en el que tenía pegados dibujos que Maria Gracia solía hacer para sus cuentos. La chica se había transformado en el centro de su vida; no tenía nada más, y ni siquiera podía esperar que los sentimientos que tenía por ella murieran en algún momento porque en su caso el fallecimiento de cualquier modo era imposible.

Se levantó en mitad de la noche, salió de su casa, atravesó las calles del pueblo y llegó a la casa de Maria Gracia decidido a recuperar lo que le daba sentido a su vida. Trepó por una de las paredes que calculó, era la que llevaba a la ventana de su dormitorio, y la sorprendió dormida respirando entre espasmos. La niña abrió los ojos y miró a Matías sujeto de la canaleta del muro, pensando por un segundo que era un sueño.

De la misma forma que Matías subió, los dos chicos dejaron la casa, el pueblo, y volvieron a su hogar de fantasía, en donde Maria Gracia finalmente rompió en llanto para contarle a su enamorado el porqué de su distanciamiento, y lo mucho que esto la estaba matando. El chico respiró aliviado y comenzó a reír. Le levantó el rostro y se acercó para darle un beso con la pasión de todos esos días de estudio e insomnio en la soledad de su cuarto.

Esa noche se dijeron tantas cosas que los sueños que tenía se hicieron cortos para ilustrarlos. Finalmente, lo que había guiado siempre, y guiaría a todos los inmortales hasta el final de sus días; el amor; había tomado posesión del corazón de Matías. Los chicos se besaron con pasión y se deshicieron en caricias y abrazos, y se prometieron nunca volver a dejar que los separaran, aunque esto significara mentirle al mundo y llevar máscaras de indiferencia durante el día hasta que fueran capaces de abandonar el pueblo, juntos.
(...)

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

domingo, 20 de junio de 2010

El Secreto de Donna

- David está con todo el peso de la guerra encima y necesita que yo esté fuerte para ayudarlo. No sé que me diría si le cuento que a veces no puedo ni controlarme sola-
- creo que no te diría nada, simplemente trataría de ayudarte, igual que hizo Jack-, le respondió Donna.
- hmm; dijo Tiffany acariciándole suavemente el cabello a Jack, que todavía dormía sobre el sofá por el esfuerzo que había hecho para controlarla esa tarde; no sé si eso sea tan bueno. Podría terminar como él. Además no creo que pueda darse el lujo de gastar su tiempo preocupándose por mí-
- eso no es cierto. David siempre tiene tiempo para ayudar a los demás, especialmente a sus amigos-
Tiffany entonces se detuvo y volteó a mirar a la niña.
- él siempre está ocupado con muchas cosas; continuó; pero aún así encuentra tiempo para ayudar a todas las personas que quiere con sus problemas, así sean insignificantes para el resto. Mírame a mí, por ejemplo, siempre escucho decir a todos que él es la persona más importante en la guerra, y aún así está aquí para hacerme el desayuno en la mañana y para llevarme a la escuela. Por eso te digo que si le pidieras ayuda, probablemente trataría de ayudarte aunque esté presionado por todos los demás para hacer otras cosas-

Entonces sonó el teléfono y Donna se levantó a contestar. Tiffany se había quedado muda, observándola durante todo lo que había dicho, y ahora la miraba intrigada, como cuando tenía una visión a punto de realizarse.
- no te preocupes, ella dice que está bien. Sí, está bien, se lo diré. Adiós-, dijo Donna por el teléfono, y luego colgó el auricular. - Joey dice que llames al doctor después para comunicarle el estado de Jack-
- no te preocupes-, le contestó Tiffany, dibujando de pronto una sonrisa en su rostro.
- bueno. Ahora si volveré a dormir. Gracias por explicarme lo de Jack. Que descanses, Tiffany-, dijo la niña finalmente, y luego se dispuso a subir las escaleras.

- ¿desde cuándo?-

Donna se detuvo y volteó a mirar extrañada a la chica.
- ¿qué?-
- pregunté que, ¿desde cuándo?-
- ¿desde cuándo qué?-
- ¿desde cuándo estas enamorada de David?-, contestó la chica, poniéndose de pie
La niña se quedó muda, y se sonrojó de inmediato.
- No estoy enamorada de él, ¿Por qué crees que?...
- yo fui su enamorada una vez, ¿recuerdas?; contestó con una sonrisa de complicidad; conozco "esa mirada"-
- ¿qué mirada?-
- la mirada que pusiste cuando hablabas de cómo él te cuidaba y siempre estaba aquí para ti. Nicole se queja de que él nunca está para ella últimamente, y que pone en peligro su vida, pero tú estás bien de todos modos porque para ti, si está. Siempre. Y todavía más que para su propia enamorada-
Donna se mantuvo en silencio.
- no le voy a contar a nadie, lo prometo, repitió Tiffany acercándose a la escalera, ¿Desde cuándo?-

La niña titubeó por un momento.

- no sé bien; contestó finalmente, suspirando resignada; desde hace mucho tiempo-
- y, ¿piensas decirle algún día?-
- No. No sé. No creo que sea muy buena idea-
- sabes que le gustan las chicas menores, ¿no?, talvez ni le moleste que tengas doce-

Ambas chicas soltaron una risa leve

- tú te enamoraste de él también, ¿verdad?-, le preguntó Donna sentándose en el escalón en el que se había parado
- sí, mucho. Y por bastante tiempo, además-, le contestó Tiffany
- y, ¿ya no más?-
- hmm, ahora hay alguien más que tengo en mente, o bueno, en mi corazón, para ser más precisos; respondió la chica sonriendo mientras veía de reojo dormir a Jack; pero me costó bastante aceptar que yo no era finalmente la que se iba a quedar con él-
- ¿viste con tus poderes que no era así en el futuro?-
- no. No necesité hacerlo. Supongo que hay cosas que tu corazón simplemente te dice-
- sí, bueno, quisiera que el mío me dijera algo que no fuera, "quiero que David me mire como mira a Nicole"-
- quizá te lo diga por algo-
- sí, claro; dijo irónicamente la chica; le gusta hacerme bromas crueles-
- ¿tú crees?, dicen que no hay nada más serio que una broma-, replicó Tiffany burlonamente; y se sentó en el escalón, al lado de la niña. Después, ambas se quedaron pensando por un segundo
- es gracioso; dijo finalmente Donna; no sé en qué momento comencé a enamorarme de él pero ahora es como si no recordara cómo hacía para sentirme segura antes, o qué tipo de chicos me gustaban, o qué era lo que quería para mí-
- sí, el tiene ese efecto cuando llegas a conocerlo-
- es como si mi vida hubiera comenzado en serio el día en que me encontró en la clínica. Yo tenía una familia, padres y una hermana, y los perdí a todos con las pesadillas de la reina. Pero lo gracioso es que a veces casi me siento agradecida porque todo eso haya pasado, porque si no, nunca hubiese podido conocerlo y comenzar esta vida con él. Debo sonar como una persona horrible por pensar así-
- no, solo suenas como una niña muy, muy enamorada-
Donna se sonrojó nuevamente, y luego miró el reloj de pared colgado encima de la chimenea. Las 12:40.
- si bueno, creo que debo irme a dormir. Por favor, no…
- no te preocupes, no le voy a decir a nadie, lo prometo-, le dijo Tiffany, y luego la chica sonrió, se puso de pie y corrió escaleras arriba.
- ah, Donna; le dijo deteniéndola antes de que pudiera abrir la puerta de su cuarto; no debería decírtelo pero, solo por diversión, miré el futuro de David de todos modos-
- ¿sí?-
- Sí, y Nicole no es la que se queda con él-
La niña guardó silencio por un momento, y luego abrió su puerta. - buenas noches, Tiffany-, dijo entrando a su cuarto.
- dulces sueños Donna-, respondió para sí misma Tiffany, y luego se puso de pie para dirigirse nuevamente hacia Jack. - quizás algún día se vuelvan realidad-

[Aperitivo de "Psiquicos Entre Nosotros"]

martes, 15 de junio de 2010

Amor Embotellado

Johana volvió a la universidad, terminadas las vacaciones, esperando conseguir la sencilla respuesta de que Andrés, en efecto, era soltero. Debía serlo, sin duda, porque aunque nunca habían hablado oficialmente sobre sus relaciones de pareja, si tuviera algo con alguien lo habría mencionado en el tiempo que tenían de amigos. Estaba casi de más preguntarle.

- se llama Mariana-, respondió el chico, mientras ordenaba distraídamente las cosas en su casillero de la universidad como todos los días antes de ir a clases; y la chica se quedó paralizada por un segundo.
- ¿qué?-
- ¿te sorprende?; dijo el chico sonriendo con ligereza; yo sé que no hablo mucho de mi vida personal pero tampoco es para que te quedes inmóvil-
- nunca me dijiste nada-, agregó Johana sonriendo de vuelta para intentar disimular su sorpresa
- bueno es que no había nada que decir antes, es reciente. Pero tienes razón, soy un mal amigo, debí contártelo. Lo que pasa es que quería sorprender a todos mis amigos con la noticia. Pensaba traerla la próxima semana para que conozca la universidad y presentársela a todos. Tengo muchas ganas de verle la cara al resto cuando lo sepan-
- me parece una buena idea, no puedo esperar -, contestó la chica, y luego inventó la excusa de una clase, y se fue corriendo de regreso a casa.

Probablemente, sus antiguas amigas de colegio hubieran esperado que llorara por algo como lo que le acababa de ocurrir pero Johana, lejos de hacer eso; y después de pensar las cosas por un segundo; decidió que no iba a rendirse tan fácilmente. Quien quiera que fuese la tal Mariana, no podía ser mejor para Andrés que ella.
- voy a ganármelo-, se dijo a sí misma, y se fue a dormir sin poder dejar de pensar en cómo sería la novia de alguien tan ideal como Andrés.

***

- Dime, no es que no lo adivine pero ¿en qué pensabas cuando saliste corriendo hacia acá?-, preguntó Cupido sentándose al lado de la chica en la cama
- Mariana es perfecta, de pies a cabeza. Es linda, es inteligente, es alta, graciosa. ¿Cómo se supone que pueda competir con eso?-
- No me lo preguntes a mí, algunas chicas simplemente son así. Pero eso no es lo que más te preocupa, ¿o sí?-
- no. Salí corriendo por lo que Andrés me dijo. Pude aguantar escuchar sobre lo inteligente, buena, o exitosa que es, tratar de ayudarlo a entender lo que pensaba cuando él hacía algún gesto especial para ella, ayudarlo a buscar su regalo de aniversario, o incluso intentar acercarme a ella para darle gusto, pero lo último que me dijo me quebró-
- tiene sentido. "Amor", es una palabra muy fuerte. Y que alguien como Andrés la diga significa todavía más-
La chica volteó a mirar a Cupido con reproche, casi con lágrimas brotándole de los ojos, con una mezcla de frustración, enojo y tristeza
- perdón; contestó él, y se puso de pie; a veces olvido que los humanos sienten mucho estas cosas-
- ¿qué quieres con todo esto?, ¿solo querías escuchar sobre lo miserable que me siento?-
- no, ya dejé de trabajar en atención al cliente de la compañía de teléfonos. Ese sí es un trabajo para oír lo miserable que se siente la gente-
- ¿qué?-, dijo la chica, fastidiada sin entender a qué venía el comentario.
- olvídalo, estoy divagando. Ahora escúchame, no vine a escuchar sobre lo mal que te sientes. Vine a darte una solución, si es que quieres aceptarla-
- ¿qué solución?, ¿vas a hacer que Andrés se enamore de mí?-
- Mejor aún, voy a dejar que tu escojas hacerlo o no-
La chica se limpió las lágrimas y observó a Cupido por un momento, para asegurarse de que no fuese una de sus bromas fuera de lugar.
- ¿estás hablando en serio?-
- muy en serio; contestó el chico, y sacó de su abrigo, una pequeña botella de cristal color carmesí; ¿tienes idea de qué es esto? Es mi nuevo producto estrella, el amor líquido-
- ¿producto estrella?-
- así es. Mira, el trabajo se ha hecho más complicado para mí en las últimas décadas. Se dio la igualdad de género, y ahora hombres y mujeres buscan la riqueza y el éxito, y todas esas cosas que te venden los libros de autoayuda. Ya no tienen tiempo para enamorarse, están muy ocupados buscando otras cosas. Es muy complicado encontrar a alguien que realmente busque el amor por encima de las demás cosas en la vida-
- ¿y eso que tiene que ver con la botella?-
- pues, esta botellita contiene el prototipo de "amor líquido". Es un concentrado de lo que hace a las personas enamorarse perdidamente. Si esto funciona, con un poco de suerte podré hacer que todos vuelvan a interesarse por el amor de nuevo, antes de pensar en cómo ganar su próximo aumento. Ahí entras tú. Quiero que seas mi sujeto de pruebas-
- ¿yo?-
- tú. Necesito una chica que esté interesada en el amor por sobre todo lo demás, y tú eres la única que encontré en la ciudad. Sin contar a las menores de edad, claro está, porque no podrían firmar el contrato-
- ¿entonces, vas a darme amor embotellado para probar si funciona?-
- exactamente. Eso resuelve tu problema y resuelve el mío. Si funciona, yo puedo comenzar a trabajar en serio de nuevo, y tú puedes quedarte con Andrés; y si no, simplemente te haré olvidar lo que sientes por él para que no sufras más, o si prefieres te ayudaré a buscar otra cosa con qué distraerte-
- ¿esto va en serio?-, preguntó la chica tomando la botellita de las manos de Cupido completamente asombrada.
- Tan serio como que nunca volveré a usar pañales en mi vida. Una sola vez te lo pones para Halloween, y lo siguiente que sabes es que hacen tarjetas de san Valentín contigo en paños menores. Pero esa es otra historia, y no quiero distraerme. Firma este contrato y comenzaremos a trabajar-, respondió el chico sacando de su abrigo esta vez un bloque de papeles y un lapicero y alcanzándoselos a Johana.
La chica observó el contrato y pensó en silencio por un momento. Andrés era todo lo que quería y si tenía éxito podría finalmente estar con él. Valía la pena el riesgo. Después de todo, era solo un poco de amor, eso no podía dañar a nadie.
- ya está-, dijo la chica firmando, y luego Cupido recogió los papeles, se los metió en el abrigo, y sonrió satisfecho.
- eso es todo. Lee las instrucciones en el fondo de la botella y síguelas al pie de la letra, por favor-
- no te preocupes, lo tendré en cuenta-
- entonces estamos listos. Johana Cartago, desde ahora tienes en tus manos el poder de enamorar a quien te parezca. Úsalo sabiamente-, dijo finalmente el chico, y con un chasquido de dedos, hubo desaparecido de manera tan intempestiva y misteriosa como había llegado en primer lugar.

[Aperitivo de "El Amor Líquido", en la colección "Amor Fugaz"]

miércoles, 9 de junio de 2010

Con Las Horas Contadas

- espera; la detuvo su amiga; siéntate. Escúchame, por favor-
Sara vaciló un momento, pero finalmente obedeció, y tomó asiento nuevamente, mirando fijamente a su amiga con sus preciosos ojos color miel, como tantas otras veces cuando le había explicado cosas que nunca entendería.
- no es una enfermedad común. Ningún hospital en el país tiene una cura para ella, y sería arriesgado intentar una operación, porque la fuente del problema está muy cerca de partes importantes de mi cerebro-
- entonces vamos a otro país, tenemos dinero, podemos buscar otro lugar en el que haya una cura, y…
- no la hay; repitió Melissa; en ningún lado. Es incurable-
Sara volvió a enmudecer, y comenzó a ponerse pálida
- pero, de repente puedes vivir con la enfermedad, ¿no?; de repente es como el asma, tú dijiste que no tenía cura pero se podía vivir con eso sin problemas-
- no, en este caso no es tan fácil-
- ¿por qué?-
- porque es degenerativa, una de esas enfermedades que si no se tratan, terminan por matarte-

Otra vez el silencio reinó en la habitación
- pero; continuó diciendo Melissa; Mateo y yo encontramos un tratamiento hace cerca de dos meses-
- ¿sí?-
- sí. Encontramos la manera de atacar solo la fuente de la enfermedad, sin hacerme demasiado daño a la cabeza-
Sara miró de reojo a su amiga
- ¿entonces, por qué sigues preocupada?-
- porque puede que tenga varios efectos secundarios-
- no entiendo-
- no sabemos si funcione como esperamos. Lo probamos en algunos animales, y la mayoría reaccionó bien, pero casi todos comenzaron a perder la memoria a las pocas horas. Olvidaron dónde y a qué hora debían comer, todos sus trucos, quien era su amo, e incluso terminaron por olvidar cuales eran sus crías-
- entonces…
- si no funciona, voy a olvidar todo poco a poco, hasta que no recuerde ni la universidad, ni a mis amigas, ni a Mateo, ni siquiera a ti. Y eso es solo el comienzo. Si el daño continúa extendiéndose, esto también puede terminar por matarme-

Al oír estas palabras, Sara se levantó de la mesa, caminó hacia el sillón, y se dejó caer sobre él, completamente pasmada.
- ¿vas a olvidarme?-, dijo en voz baja, mientras Melissa intentaba acercársele delicadamente
- no es seguro, nunca hemos visto cómo funciona en humanos-
- ¿vas a olvidarte de todo lo que pasamos?-
- es una posibilidad -
Sara volvió a clavar su mirada sobre su amiga, que ahora estaba agachada junto al sofá.
- pero, ¿cómo podrías olvidarme?-
- No lo sé bien. Nadie entiende por completo el cerebro. A veces nos sorprende-
- y, ¿por qué no me lo dijiste antes?-, preguntó la chica, volviendo a desviar su mirada llorosa
- no quería que te pusieras triste por mí-
- igual estoy triste ahora. Si no querías verme así, entonces, ¿Por qué me lo dijiste?-
- porque estoy segura de que me quedan al menos unas seis horas de lucidez, y necesitaba decírtelo si quería pasar ese tiempo con la persona más importante en mi vida-
- ¿Mateo?-
- No, Mateo no. Hay alguien que es mucho más importante que él para mí-
- ¿Quién?-, preguntó la chica volviéndose hacia su amiga, con los ojos llorosos.
Melissa le sujetó el rostro y comenzó a acariciarle la mejilla. La mirada de Sara se había vuelto vidriosa, y lágrimas escurrían por su cara, ennegrecidas por la sombra con la que se había maquillado para su gran cita.
- Mateo es un gran chico, pero a veces creo que no es el indicado para mí-, prosiguió
- ¿ah?-, dijo Sara sin comprender
- mañana podría no recordarlo, así que voy a decírtelo de una vez. Estuve pensando mucho últimamente en lo que haría de tener las horas contadas como ahora, y por algún motivo, cada vez que pensaba en hacer algo con Mateo, sentía que algo faltaba, como si no importando qué cosa escogiera hacer, algo estuviera mal. Finalmente llegué a la conclusión de que el problema era él. No quería pasar mis últimas horas con él aunque fuera mi novio o nos faltaran un par de meses para cumplir un año-
- pero, pensé que tú lo querías-
- lo quiero, lo quiero mucho. Pero creo que no es la persona que más quiero-, le dijo fijando su vista sobre la de ella
- ¿lo dices porque somos amigas desde hace años?-
- lo digo porque creo que a pesar de lo lista que soy, nunca supe ver bien qué era lo que quería-
- y ¿qué es lo que quieres?-
- ¿nunca te ha pasado que hay cosas que piensas de alguien, y que simplemente no le dices?-
- claro, dijo Sara todavía desconcertada-
- bueno, hay cosas que yo pienso de ti que nunca te digo, y que creí que era mejor no decir-, le respondió Melissa entrelazando sus dedos con los de su amiga

Sara la observó nuevamente. A pesar de su cansancio, se veía tan linda como siempre se había visto. Probablemente era la persona más bella del mundo, y ella jamás lo había notado. Fue como si con esas palabras, los ojos se le hubieran abierto por primera vez. Tal vez por eso la propuesta del capitán del equipo de tenis le había sonado tan fuera de lugar. Estaba claro para ella que él nunca sería tan especial como era Melissa, como siempre había sido.
- eres la persona más importante en mi mundo, Sara-, le dijo Melissa besándole la mano, y Sara se mantuvo temblando de ansiedad un par de segundos antes de deslizarse fuera del sofá y abrazar a su amiga, esta vez ya no con melancolía o tristeza, sino con otro tipo muy distinto de sentimiento. Era algo que conocía muy bien, pero que prefería no nombrar en ese momento. (...)

[Aperitivo de "Primavera", en la coleccion "Amor Fugaz"]

jueves, 3 de junio de 2010

La Muerte Enjaulada

Matías no era mayor de siete años el día que le dijeron por primera vez que estaba destinado a no morir. Había estado jugando como siempre, como tantas veces le habían dicho que no lo hiciera, en el estudio del abuelo, cuando había descubierto un pequeño pajarillo azul fluorescente que dormitaba en una jaula.

Maravillado por el hecho de que parecía brillar con cada respiro, el niño corrió de inmediato a buscar su copia del “manual de las criaturas de todo el planeta”; un libro escrito por un ecologista polaco antes de la segunda guerra mundial y que contenía, para él, todo el saber natural de la humanidad. Su emoción creció todavía más al no encontrar ningún registro de un animal que se le pareciera. Era evidente lo que esto significaba: había descubierto una nueva especie desconocida hasta el momento para el ser humano; y por tanto como buen investigador, resolvió que lo mejor sería estudiarla a profundidad para descubrir cuales eran sus características y origen.

Aún ignorando la lógica de que alguien debía ser su dueño para que pudiera estar en una jaula, Matías cargó con el pájaro hasta su habitación y se encerró en ella para poder observarlo con más calma.

No fue sino horas después que a Helena, su madre, se le ocurrió entrar a ver qué tenía a su hijo tan entretenido. La mujer de inmediato soltó un grito.
Lo encontró echado en el suelo, boca arriba, con los ojos en blanco, escuchando en estado de trance el cantar suave y melódico del ave que revoloteaba ahora libre por todo el cuarto. Al verla, el pájaro se detuvo de inmediato y se lanzó a toda velocidad hacia la libertad; pasando por el hombro de Helena y volando por el pasillo desesperado por encontrar una ventana.
Para su desgracia, en el momento en que divisó una nueva puerta abriéndose, fue atrapada en seco por las manos firmes del padre de Matías, Alberto, y regresada sin demasiados problemas a su jaula, aunque entre una multitud de sonidos de protesta que ningún ave normal hubiese sido capaz de hacer.

Helena corrió a abrazar a su marido; por poco y ocurría una tragedia. La mujer le contó con preocupación la situación en la que la había encontrado, y el estado en el que se hallaba Matías a raíz de eso.

Alberto, con la serenidad que lo caracterizaba en todo lo que hacía, tranquilizó a su mujer, y entró a la habitación de su hijo, que ya se recuperaba del extraño trance, sentándose en su cama como muchos años después sería retratado en su estatua de mármol de la cripta de la familia del Valle.

“Matías, comenzó diciendo, ¿sabes que tu abuelo es muy bueno jugando a las cartas?”
Matías, que se esperaba un regaño, asintió sin entender del todo el porqué de la pregunta.

“Hace mucho tiempo, cuando estaba en el ejército, tu abuelo recibió una visita inesperada en las barracas en las que vivía. Su fama como jugador era tan grande que varios de sus amigos se la habían llevado a la tumba e incluso más allá, y había llegado a oídos de la misma muerte; que se había sentido insultada al saber que había dicho que era capaz de engañarla incluso a ella si se encontraran jugando a las cartas. Ella se dispuso a llevarse su alma en venganza, pero como tu abuelo sabía que la muerte era obstinada y orgullosa, la retó a una mano de póquer, apostándole su vida contra la libertad de ella. La muerte aceptó el desafió, y las cartas se repartieron. Esa ave no brilla sin ningún motivo. La razón por la que lo hace, y por la que canta como puede hacerlo, es porque sabe que los humanos se maravillan de esas cualidades, y se van a sentir tentados a liberarla, y ella quiere recuperar su libertad después de haberla perdido. Cambia de forma con cada uno de nosotros que está a cargo de cuidarla, y el turno de cada uno se termina cuando nace su primer hijo. ¿Ahora entiendes por qué no queríamos que la vieras?”.

Matías reflexionó un momento en silencio, y luego miró desconcertado a su papá, esperando una respuesta.

Alberto lo tomó entonces de los hombros, y le dijo por primera vez las palabras que lo marcarían de por vida.

“ese pájaro es nuestra muerte Matías, mientras no lo sueltes, no puedes morir”.

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

Sobredosis de Azul

-Tú eres la misma en todas las realidades, y quiero saber por qué-
La chica observó entonces al anciano en silencio por un segundo, como tratando de pensar en una respuesta lo suficientemente buena para esa pregunta; sin resultado.
- en cada realidad por la que paso, todos son diferentes. Tienen diferentes edades, piensan distinto, o son personas completamente diferentes, incluso yo, pero tú siempre estas donde yo estoy, y siempre eres idéntica. Tú eres la constante que no podía descifrar en mi ecuación del macro cosmos-
- te diste cuenta solo; dijo la chica sonriendo; él tenía más razón de la que me hubiera imaginado-
- ¿él?, ¿Quién es él?-
- Dios-

Martín se quedó mirando por un momento a la chica, sin saber a ciencia cierta si bromeaba o hablaba en serio.
- ¿estás hablando en serio?-
La chica se acercó a su cama, y se sentó al lado del anciano
- ¿sabes cómo ve dios al universo?; comenzó a decir; no podría explicártelo exactamente porque las palabras no alcanzan para describirlo, pero digamos que lo ve como un pintor que trabaja sobre un lienzo. Todo lo que pinta, desde las piedras hasta los humanos, tienen una combinación de colores específica, y con esa combinación tienen cualidades particulares que los hacen más o menos equilibrados. Lo que pasó contigo fue que Dios no tuvo cuidado y se le pasó un color-
- ¿un color?-
- te dio una sobredosis de azul-
- entonces sé demasiado-
- más bien puedes entender más de lo que deberías. No se supone que los humanos entiendan la ecuación universal, Martín, ni menos que entiendan la manera en que dios piensa. Si lo hacen, van a pensar que son iguales a él, y dios va a dejar de ser dios-
- ¿y entonces?-
- entonces, no sé qué pasaría, pero tengo la impresión de que el universo entero entraría en caos. Tiene que haber un dios, y un orden superior, o las cosas no pueden andar bien-
- entonces, ¿por eso he estado muriendo en todos los universos en los que existe mi conciencia?, porque dios no quiere que divulgue su secreto-
- es muy peligroso que lo hagas-
- ¿y ahora qué?, ¿para eso estas aquí?, ¿para evitar que hable?-
- no, mi trabajo era cuidar que no descubrieras la ecuación, y fallé miserablemente. El ver que no hables no tiene nada que ver conmigo-
- ¿entonces qué sigues haciendo aquí?-
La chica entonces se acercó a la cabecera de la cama y se arrodilló para estar más cerca de él
- estoy aquí porque esperaba que pudiéramos estar juntos un tiempo antes de que se termine-

El anciano volvió a guardar silencio

- todo el tiempo que fui tu asistente tuve que haberte alejado de la respuesta del macro cosmos pero por alguna razón no podía alejarte del conocimiento. Entender te hacía tan feliz, que creo que nunca te fijaste en lo que hacía yo-
- ¿qué estás diciendo?-
- que a veces me hubiera gustado que veas que vivir las cosas que no podemos entender, como el amor, es más importante que entender las cosas que nos rodean. Puedes divulgar la ecuación, y morirías inmediatamente por inercia propia del universo; y sé que eso no te importa mucho pero… También puedes no decir nada y pasar el tiempo que te quede de vida en esta realidad conmigo-

[Aperitivo de "El Macro Cosmos"]

martes, 1 de junio de 2010

La fuente de los Deseos

¿Cómo era posible?, Claudia era su mejor amiga, la tratara como la tratara, no podía ni pensar en hacerle eso, sería lo peor. Carolina había hecho hasta lo imposible por evitarlo, pero cada día se le hacía más evidente que se estaba enamorando de él.
- por favor, dame una señal; pidió sujetando entre sus palmas la moneda; dime qué es lo que tengo que hacer…

- ¿viniste a pedir un deseo?-, escuchó entonces la chica, y se volteó sorprendida.
- ¿qué?-
- que si viniste a pedir un deseo; repitió Juan Daniel; tú sabes, por lo de que es una fuente mágica-
- ah. Sí, sí eso trataba de hacer; dijo la chica jugando con la moneda que todavía no arrojaba al agua; pero supongo que es algo tonto, ¿no?-
- no lo sé; respondió el chico sacando una moneda de su bolsillo; pero creo que yo vine a hacer lo mismo-
La chica sonrió entonces, y volvió a mirar a la fuente. Si esta era la señal que había pedido, entonces debía ser una muy confusa, porque ahora sus dudas se habían vuelto mucho más serias.
- ¿qué ibas a pedir?-, dijo después de un momento Juan Daniel
- yo… no sé exactamente; contestó Carolina sonrojada; creo que solo quise ver si funcionaba-
- no te creo; rió Juan Daniel; dime la verdad, prometo no reírme, ¿qué viniste a pedir?-
- en serio, no es nada en particular-, mintió de nuevo la chica
- bueno, si tú lo dices-
Hubo un minuto de silencio
- y, ¿tú?; dijo Carolina sin decidir si continuar o no con la conversación con Juan Daniel; ¿qué viniste a pedir?-
- claridad-
- ¿ah?-
Juan Daniel sonrió mirando a la fuente
- bueno, es un poco tonto pero creo que no puedo entenderme nunca con Claudia. No importa mucho cuanto la quiera, o que tan interesada esté ella en mi, siempre parece que hablar entre nosotros fuera complicado-
- ¿por qué dices eso?-
- no lo sé, es como si me costara ser yo mismo con ella-
- Claudia es muy exigente con todos los que están cerca de ella; rió Carolina; perdón, no pienses que me rio de ti, solo…
- sí, lo sé; rió también Juan Daniel; probablemente eso es verdad-
- bueno, de todos modos no está bien que nos burlemos de eso. Pero te entiendo, yo soy su mejor amiga, y siempre me siento como si no fuera suficiente para ella tampoco-
- dímelo a mí. Siempre estoy tratando de estar a la altura de lo que espera pero…
- a veces te preguntas si está enamorada de ti o de la idea que se hace de ti-
- exacto-
Una vez más, ambos chicos permanecieron en silencio
- ¿sabes, Carolina?, me encantaría poder hablar con ella como estoy hablando contigo ahora. Digo, siempre puedo hablarte como si no hubiera ninguna condición de por medio, solo decir lo que pienso-
- ¿en serio?-
- sí, es más, a veces me pregunto…
- ¿qué?-
- no sé, que pasaría si… no, ¿sabes qué?, olvídalo-
- bueno-, dijo la chica todavía mirándolo nerviosa
- nos hemos hecho buenos amigos, ¿verdad?-
- claro-, contestó Carolina sonriendo nerviosa, y luego trató de acercarse un poco a Juan Daniel para abrazarlo, pero pisó sin querer uno de los charcos que se habían formado alrededor de la pileta, y resbaló hacia adelante. El chico avanzó entonces, y la sujetó velozmente antes de que pudiera caer al suelo. Luego, ambos se quedaron muy quietos, sujetándose uno al otro.
- gracias-, dijo Carolina en voz baja, casi susurrando
- de nada-, le respondió Juan Daniel mirándola profundamente a los ojos
De un momento a otro, las manos de ambos chicos se relajaron, y sus posturas también. De sujetarse para no caer, habían pasado a abrazarse suavemente frente a frente.
- quiero mucho a Claudia, ¿sabes?-
- sí, lo sé-
- y tu eres…
- su mejor amiga-
- y yo soy…
- su novio-
- y… ¿qué le ibas a pedir a la fuente de deseo?-

Carolina cerró los ojos, se empinó y besó a Juan Daniel, que se quedó inmovilizado por un segundo, pero luego respondió el beso, acariciando suavemente el cabello de la niña.
- esto no está bien-, dijo ella.
- no, Claudia nos va a matar cuando se entere-, contestó Juan Daniel, y volvió a besarla suavemente

Al fondo de la fuente, la moneda que había resbalado de las manos de Carolina relucía por encima de todas las demás. Quizás esa si era una fuente mágica después de todo.

[Aperitivo de "Psíquicos Entre Nosotros"]