La Recomendacion del Chef

Fragmentos salidos del horno una vez a la semana. El autor recomienda: el amor embotellado o la muerte enjaulada.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Un Cuento de Navidad

Segundo Deseo – El Semidiós en su Laberinto

Dieron las diez de la noche de la víspera de navidad en el momento en que el Doctor Adrian Proust terminó finalmente su investigación sobre la regeneración celular acelerada. Llevaba casi cinco años trabajando en el proyecto, pero finalmente, al verlo concluido, se sentó y respiró complacido.

Lo había encontrado. Después de todo su arduo trabajo, había conseguido aislar el componente de las neuronas que evitaba que estas envejecieran. Más allá de ese punto, todo era relativamente simple. El cáncer terminaría, porque ya no podría crecer libremente; la gente no envejecería, porque podrían crecer células nuevas por el resto de su vida; era el descubrimiento científico más grande del siglo, y probablemente de la humanidad hasta ese momento.

Proust se puso nuevamente de pie, y se acercó a su ventana. La ciudad de Leningrado era tan fría ese día como había sido siempre, pero tal vez la navidad hacía que él la sintiera aún más helada. La nieve casi cubría todos los rincones de la ciudad, y aunque a él de niño, muchos años atrás, le había encantado mirarla con frecuencia, en esta ocasión, era la primera vez que la veía en todo el tiempo que llevaba enfrascado en el “proyecto inmortalidad”, como escuchaba a las personas que pasaban afuera de su laboratorio llamarlo a veces.

***

Adrian Proust siempre había sido un genio solitario. Desde muy pequeño le había encantado la ciencia, y antes que jugar a la pelota o las escondidas con los otros niños en su Lima natal, él prefería quedarse haciendo “experimentos” en el patio trasero de la casa de su abuela.
Nadie se imaginaba a lo que llegaría en ese momento, pero a su mamá ya le preocupaba desde ese entonces que no pareciera fijarse en ningún otro ser humano, para vivir mirando frascos y tubos de ensayo murmurando palabras que los demás entenderían cada vez menos con el paso de los años.

Luego de eso, llevó una vida escolar bastante sencilla. Es cierto, todos los años tenía algún reconocimiento, premio o invitación a conferencias; pero él no prestaba mucha atención. Recibía los premios como si fueran cualquier otra cosa, y luego se iba sin decir mucho ni sonreír.
Toda la gente, desde sus compañeros hasta sus profesores, creían que era muy raro por lo mismo, pero nunca lo molestaban, principalmente porque estaba tan enfrascado en sus cosas todo el tiempo que rara vez se podía llamar su atención para algo.

Era como un pequeño ermitaño, lo que preocupó a su mamá a tal grado que al terminar la secundaria decidió mandarlo al psiquiatra. No había hecho un solo amigo en doce años, eso tenía que ser alguna enfermedad. Sin embargo, al contrario de salir curado por los psiquiatras, salió del consultorio premiado por ellos por su increíble entendimiento de las ciencias médicas sin haber ido nunca a la universidad; lo que lo catapultó directamente a Harvard, luego a un post-grado en John’s Hopkins; y finalmente al laboratorio de Aldrich, en Leningrado, en el que trabajaría el resto del tiempo en los proyectos que a él le parecieran convenientes. De un modo u otro el laboratorio sabía que sacaría mucho dinero.

Por esa misma razón, nadie en la compañía había objetado cuando Proust les pidió despedir o reubicar a todo el personal de su unidad, diciendo que solo le estorbaban. Y la verdad es que era cierto porque, si hay algo que consideraba una distracción innecesaria a esas alturas, era la interacción con otros seres humanos.

Desde ahí, no había vuelto a contactarse bien con otros seres humanos hasta la fecha. Las únicas ocasiones en que se escuchaba su voz, eran aquellas en que le traían nuevos insumos o instrumentos, y lo que más se podía sacar de él era un “gracias”, o un “ya”; en voz ronca y profunda, y siempre sin mirar porque, su trabajo no podía ser interrumpido.

***

- ¿llegaste?-, dijo Proust dándose vuelta para observar al visitante detrás de él.
El niño de las zapatillas negras estaba de pie junto a la puerta, como él se lo había esperado durante mucho tiempo, y casi con total exactitud, como lo había calculado.
- ¿ahora sí recuerdas quién soy?-
- lo recordé hace un momento-
- y no enloqueciste esta vez-
- no, esta vez me hiciste un hombre mucho más científico. Hasta cierto punto puedo verle la lógica a todo este asunto-
El niño sonrió y se acercó a él
- ¿ahora ya estás feliz con mi regalo?-
- la felicidad es un concepto muy complejo hasta para mí. Es mejor decir que estoy complacido de la vida que he llevado-
- Pues, tienes muchos logros ahora y ya no tienes que preocuparte por el resto o por si son o no tus amigos. Eso es lo que querías-
- sí, aunque eso es lo único de mi vida que no me complace-
El niño lo miró un segundo fijamente, y luego se sentó en su silla. – y, ¿por qué es eso?-
- soy un hombre de ciencia teórica, toda mi vida he pensado que los demás seres humanos son relativamente simples de entender y he preferido comprenderlos de forma más estructural-
- no entiendo de lo que hablas-
- siempre me han aburrido los seres humanos como entidades, por eso preferí estudiar la naturaleza que los compone o los rodea. Esa es una forma más simple de decirlo-
- ¿entonces por qué no te complace no tener que preocuparte de lo que los demás sienten por ti?-
- pues, realmente no lo sé. Ese es el problema. La verdad es que es algo que no entiendo, y nunca me había detenido a pensar en ellos hasta que te recordé a ti hace algunos días y recordé mi antiguo anhelo de tener muchos amigos-
- ¿quieres que te dé la respuesta?-
- ¿perdón?-
- que si quieres que te dé la respuesta a por qué no estás complacido con que no te importe nadie más-

Al oír esto, Proust se dio la vuelta sorprendido por primera vez en su vida. - ¿tú sabes el porqué?-

- yo sé muchas cosas-, le contestó el niño encogiéndose de hombros, - no estás contento con esto porque no es natural de los seres humanos vivir absolutamente solos-
- no comprendo-
- los humanos están hechos para vivir en conjunto, por eso forman ciudades. Eso no tiene necesariamente una lógica, es más algo que se siente, es naturaleza humana. Esa es una forma más simple de decirlo-
Proust lo analizó por un momento
- entonces, yo no soy feliz, por lógica-
- no sé si por lógica pero, ¿cómo te sientes?-
- nunca pienso en eso-
- tal vez ese es el problema-, le respondió el niño de las zapatillas negras, y luego se puso de pie. - puedo cambiar tu deseo si eso quieres, aunque no estoy seguro de que así sea-

El científico caminó nuevamente hacia la ventana y observó la ciudad. Había comenzado a nevar.
- dime una cosa, el yo que dio la vuelta a la esquina para encontrarse contigo, ¿cómo se sentía él?, ¿qué era lo que quería realmente?-
- ser popular-
- no, eso no tiene sentido. Eso era solo lo que anhelaba. ¿Qué era lo que quería realmente?, tú debes saberlo-
El niño suspiró, y volvió a cerrar los ojos
- Quería venganza-, dijo finalmente
- eso es lógico, pero no necesariamente es funcional. Eso no resolvería el problema-
- tú pensabas que podías tener muchos “amigos” de nuevo, solo despreciabas la idea porque estabas muy enojado con la persona que sentiste que te los quitó. Por eso querías vengarte, sentías que…
- equilibraría las cosas, aunque no cambiara el escenario en que me encontraba; completó Proust; entiendo. En este momento, me parece una pérdida de tiempo enfocarme en cuestiones emocionales como esa, pero el yo de esta realidad es solo una proyección creada por ti, o en todo caso una realidad alterna. El que debería tomar la decisión sobre el deseo, para que funcione el sistema en teoría debería ser el yo con el que te cruzaste inicialmente-
- entonces, ¿venganza?-
Proust sonrió y miró hacia la ventana una vez más
- a veces hasta yo me pregunto qué se siente amar a las personas, u odiarlas. Es mi deber como científico-
- ya entendí. Entonces tu deseo es una orden-, le respondió el niño, y tronó sus dedos, mientras suspiraba nuevamente, como agotado.
Y así, por segunda vez, el soñador, se desmayó.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El Doctor en su Hora Final

Fue cuando Santiago estaba yendo ya al nido la tragedia tocó la puerta de la familia de la Torre.

Yo aún no nacía en aquel entonces, pero mi padre me pasó ese recuerdo en particular de manera extraordinariamente nítida, como si supiera que yo fuese alguna vez a contar la historia que él no vivió para ver completa.

Ya todos han olvidado qué lo provocó, si fue la ebriedad de uno de los conductores, la mala señalización de las calles de lima, o una neblina muy densa que se posó sobre Miraflores y Barranco, pero el caso es que en el sexto cumpleaños de Santiago, lima se estremeció con un choque monumental de varios ómnibus en la vía expresa. El desastre fue tan grande que faltaron ojos para mirar a todas las víctimas. Produjo cerca de quinientos heridos, doscientos de gravedad, y cincuenta en estado de emergencia inmediata, estos últimos, niños en su mayoría.

Nadie se sorprendió entonces de que el doctor Fernando de la Torre, a puertas de ser propuesto como el siguiente jefe de pediatría, tomara total responsabilidad de la atención de los heridos. Y aunque María hubiera preferido que su esposo estuviera en el cumpleaños de su pequeño hijo; enterrado como siempre en un mar de pelotas y artilugios de plástico con él, cortando el pastel mientras simulaba ser un samurai que terminaba con algún detractor de su emperador para divertir a los niños, y haciendo reír a todas las madres de los pequeños con su sentido del humor fresco e irresistible a la vez; sabía perfectamente que el privar a su esposo de la posibilidad de hacer los milagros que hicieran falta para salvar las vidas de esos heridos sería quitarle parte de las facultades de las que ella se había enamorado.
“Puedes hacerlo cariño, Santiago y yo te deseamos la mejor de las suertes”, fue lo último que le dijo antes de colgar el teléfono en la que sería, sin saberlo ella, la última conversación de sus vidas.

Al día siguiente todos los periódicos lo vitoreaban. “DOCTOR SALVA MÁS DE TRESCIENTAS VIDAS EN UNA NOCHE”, “MILAGRO DE LA MANO DE UN MEDICO PERUANO”, “DOCTOR FERNANDO DE LA TORRE NOMINADO PARA MÉDICO DEL AÑO”, los titulares cantaban su victoria sobre la muerte de esquina a esquina del país, y María no podía estar más orgullosa. “debe venir corriendo a vernos para celebrarlo”, le dijo a Santiago esa mañana mientras el chico se alistaba para la escuela, “tu papá puede hacer milagros, ¿sabes?, debemos estar orgullosos de él”. Santiago no respondió, pero en su silencio compartía la alegría de su madre. Él prefería guardar toda su emoción para cuando su mejor amigo regresara a casa.
Sin embargo, dieron las tres de la tarde sin señales de Fernando y su hermosa mujer comenzó a preocuparse. “debe de seguir en el hospital recibiendo las felicitaciones de las familias, decía ella, no debemos molestarlo por angustias todavía”. Así, con ese mismo discurso llegaron las cinco, las siete y luego las nueve, y él todavía no aparecía. Finalmente María decidió llamar al hospital, cuando la última de diez campanadas de su reloj de pared hubo terminado de sonar. Su desconcierto fue inmediato; el doctor Fernando de la Torre había rechazado todas las entrevistas para abandonar el hospital cerca de las cinco de la mañana y estar con su mujer e hijo antes de que el alba rociara sus primeros rayos sobre la ventana de Santiago. “le prometí ver los dibujos hoy con él, y mi hijo se levanta más temprano que su padre”, era lo último que había dicho con una sonrisa antes de abandonar el hospital.
María cayó de rodillas angustiada al oír el misterioso reporte de la enfermera que le había respondido el teléfono. “de seguro quería que te angustiaras, debe ser alguna de esas enfermeras envidiosas que andan enamoradas de Fernando”, la consoló su padre unas horas mas tarde cuando todavía no habían ni señales del heroico médico; pero fue inútil. Ella sospechaba por la voz de la enfermera que no habían malas intenciones en el reporte, sino una despistada honestidad, como si pensara que el doctor ya estaba en casa con su familia.
Dos horas más de llanto vinieron antes de que el anuncio final llegara, de la mano de alguien que nunca antes se había visto en esa casa.

Alto y bronceado como Fernando, de cabellos castaños y expresión pícara, aunque suprimida por completo por la naturaleza del mensaje que tenía que enviar, un extraño envuelto en un abrigo negro tocó la puerta de la casa de María y Santiago, al rededor de las cinco de la mañana.
“buenas noches; dijo al entrar implacablemente haciendo a un lado al padre de María, como si fuese un miembro más de la familia; tú debes de ser María”
La chica levantó la mirada llorosa por un momento, pero ni por un segundo un ápice de esperanza apareció en su rostro. Era como si se anticipara lo que le iba a decir el misterioso extraño que estaba de pie en su sala, cual fuese un intruso colocado ahí por la mano misma de dios.
“no me conoces pero soy amigo de Fernando, me llamo Carlos Santander”; continuó diciendo ante el estupor de los abuelos de Santiago, que como por arte de magia se habían quedado inmóviles; “tengo noticias de él”.

Lo que vino luego fue una pesadilla que estremeció a casi todo Lima. Las enfermeras que tanto adoraban a su adonis de bata blanca y estetoscopio al cuello le lloraron un río de lágrimas y desearon haber retenido a Fernando hasta la mañana, cuando no tuviese tanto sueño para conducir; las familias de todos los heridos que salvó la noche anterior a su propio fallecimiento le hicieron un homenaje tan grande que fue televisado hasta al último rincón en provincias; todos los médicos de la clínica dejaron de trabajar dos días en los cuales un luto generalizado vistió de negro a todo el sector de salud de la ciudad, y hasta la gente dejó de enfermar y accidentarse, como si no quisieran interrumpir los funerales con pequeñeces sin importancia. No había dormido ni un segundo las cuarenta y ocho horas antes de la tragedia para tener el día del cumpleaños de Santiago libre, y aún sabiendo eso Fernando había salido corriendo a su casa para cumplirle un capricho inocente a su hijo.
Lo único bueno de su insensatez fue que nunca supo qué le pasó realmente. Se durmió al volante y anduvo medio minuto guiado por la divina providencia sin chocar con nada. Fue solo cuando el auto se detuvo por inercia en mitad del camino que un chofer de ómnibus distraído por el apuro de su día, la música alta de su radio, y el manto de neblina que cubría la ciudad como tantas otras mañanas falló en verlo, y chocó con él a toda velocidad, comprimiendo su pequeño auto y volcándolo de lado después de que diera varias vueltas de campana. Fue una muerte instantánea, y cuando separaron el cuerpo sin vida de Fernando del auto deformado también descubrieron que fue casi indolora; había una sonrisa distraída en sus labios como si simplemente se hubiera ido a dormir para levantarse al día siguiente.

María, por su parte, no fue al funeral. Fue tanto su dolor que se encerró en su casa odiando a Dios por haberle quitado al príncipe azul que él mismo le había dado antes. Las primeras semanas no quiso comer, deseaba morir abandonándose a su sufrimiento, dejándose devorar por la oscuridad que se estaba adueñando de su corazón. A duras penas y hacían que tomara algo de sopa con engaños, o que recibiera forzosamente alguna inyección de suero para mantener su cuerpo funcionando, porque la mujer que quedaba después de la tragedia no podía decirse que estuviera viva. Perdió la claridad de la vista por meses por la constante cantidad de lágrimas que le escurrían de los ojos todos los días, al punto que sólo podía ver a su hijo entrando y saliendo de la casa de la mano de su abuela; y también dejó de hablar como si su cuerpo hubiera cerrado para siempre toda comunicación con el mundo humano.

Santiago simplemente no entendía, una criatura como él no veía la diferencia entre su papá durmiendo en su cama o en ese frío ataúd de madera en el que lo pusieron para darle el último adiós.
“papá podría estar incómodo, y ni siquiera le han puesto la pijama”, fue lo único que dijo el día del entierro, mirando sin comprender la multitud de caras llorosas por que su padre dormía.

[Aperitivo de "Una Flor Para Santiago"]

jueves, 4 de noviembre de 2010

Juegos Infantiles

Quizá Dios no manda el dolor por un motivo. Talvez no lleva a la muerte a la gente que queremos para probarnos, o para enseñarnos algo; quizá ni siquiera manda el dolor por el dolor. Si somos a imagen y semejanza suya, ¿no es posible que sea simple ansiedad? Talvez Dios es solo un niño que crea juguetes y los envía al mundo a crear historias que lo diviertan y, como todo niño, cuando se ha encariñado demasiado con uno, lo jala a su presencia para verlo más de cerca, desde todos los ángulos posibles. ¿No sería eso maravilloso?, ¿que Dios fuera solo un niño que aun no crece?.

[Aperitivo de "Delirios"]

miércoles, 20 de octubre de 2010

Consecuencias Irreparables

David cruzó la plataforma once, y se detuvo de golpe. Ahí estaba ella, esperando el tren con una maleta en las manos. Su rostro mostraba mucho cansancio, aunque sus ojos estaban cubiertos por lentes, y su energía era tan pesada que parecía hacer la atmósfera del lugar todavía más densa de lo que era por estar bajo tierra.
- Nicole-, dijo casi dudando de sus palabras, acercándose lentamente a la chica.
Ella volteó a mirarlo, pero no dijo nada, simplemente volvió a concentrarse en el tablero que mostraba las horas de llegada de los trenes, después de darle un rápido vistazo.
- Nicole, no puedes estar hablando en serio. Vamos a casa, por favor-
La chica continuó sin inmutarse
- Nicole, te amo; le dijo el chico, acercándose hasta estar a medio metro de ella; por favor, ven conmigo-
La chica entonces se volvió a verlo una vez más. Luego, se quitó los lentes. Sus ojos estaban muy enrojecidos, y todavía algo hinchados por lo mucho que había llorado el día anterior.
- no puedo-, le dijo muy decidida
- sí puedes. No tienes que irte, podemos arreglar las cosas…
- no, no podemos. No hay nada que arreglar entre nosotros, David, ese es el problema; le respondió la chica; no nos hemos peleado, ni nos hemos hecho cosas malas el uno al otro, ni estamos enamorados de otras personas, ni nada por el estilo-
- entonces, ¿por qué te vas?-
- porque te di a escoger entre la guerra y yo, y al final, escogiste ir a la guerra-
- me necesitaban, no había nadie más que pudiera guiarlos, y no podía dejarlos solos. Hubieran perdido, y todo se habría ido al demonio, para todos, no solo para los psíquicos, para los humanos también; para ti y para mí-
- es que tú todavía no lo entiendes. No te di a escoger entre ayudarlos o no. Quería que escogieras entre una vida normal conmigo, o la vida que llevas como líder de los psíquicos, eso era lo que tenías que decidir-
David guardó silencio
- Tú siempre dices que la vida te ha obligado a ser el líder de todos, a guiar a los demás, a pelear contra otros. Bueno, por primera vez podías escoger no tener esa vida, y dejarle a otros el trabajo que tú llevas años haciendo. Y, ¿qué fue lo que escogiste?-
- No es tan sencillo. Nadie más los hubiera guiado como yo, y no podía simplemente dejarlos a la deriva. La única razón por la que no cedí el liderazgo fue porque nadie tenía la experiencia y la decisión para…
- no, David, eso es lo que tú quieres pensar; lo interrumpió la chica; pero no es enteramente cierto. La verdad es que aunque no quieras aceptarlo, tú mismo no sabrías quien eres si no peleas. Necesitas tanto de estas guerras en las que viven metidos tú y todos tus amigos como los psíquicos necesitan de ti. Todo este mundo es parte de ti, y antes no pude entenderlo porque yo también estaba empeñada en que podíamos llevar una vida normal pero, tiene mucho sentido cuando lo piensas. Toda tu vida has sido un psíquico, igual que fue con tu papá. Está en tu sangre y es la vida que conoces; por más que yo quiera cambiar eso, siempre va a haber algo dentro de ti que te haga querer ir a pelear por tu gente, como un instinto básico de supervivencia-
David quiso responder, pero no pudo articular ninguna respuesta.
- ¿ves?, sabes que tengo razón; dijo Nicole sonriendo, ahora con los ojos levemente humedecidos por lágrimas; en el fondo siempre lo supiste-
- No. Nicole, yo quiero una vida contigo. Sé que escogí pelear, y tal vez tienes razón sobre que el liderazgo es mi vida. Pero al final del día sigo siendo un ser humano. Psíquico o no, sigo teniendo el control sobre mi vida; y puedo decidir cambiar. Puedo escoger dejarlo todo por ti-
- Cariño; le contestó la chica acariciándole el rostro; si fuera así, ya lo habrías hecho esta vez. No trates de engañarte. No es así como quieres vivir, escondiéndote como un humano común y corriente. Tú todavía quieres estar a la cabeza y tomar la responsabilidad por todo; y esa es una de las razones por las que me enamoré de ti en primer lugar. Pero, aunque pueda amarte así como eres, ya no puedo seguir contigo. Ahora necesito a alguien que al final del día solo tenga la responsabilidad de volver a casa, conmigo-
- por favor; dijo el chico, esta vez casi en un ruego; por favor, quédate. Todas los demás se han ido-
- No puedo; le respondió ella mientras el sonido del tren acercándose comenzaba a oírse resonar en las paredes de la terminal; tienes muchas cosas por las que pelear. Eres un héroe, no lo olvides, necesitas estar fuerte para tu gente-

Y una vez dicho esto, la chica sacó de su bolsillo la caja negra que David le había dado dos meses atrás y la depositó en las manos del chico. Detrás de ella, las puertas del subterráneo se abrieron, y la gente comenzó a bajar de él.
- somos lo que somos, y nada más; le dijo sonriendo; y sé que un día encontrarás a alguien que pueda usar ese anillo con todo lo que implica, y que te ame, tal y como eres, aunque no pueda ser yo-
- no quiero a nadie más-
- pero la vas a encontrar, aunque no quieras y, cuando la encuentres, ella se va a quedar contigo para siempre; porque así es la vida-, le contestó Nicole, y luego cerró los ojos y, parándose sobre las puntas de sus pies, le dio un beso profundo.

[Aperitivo de "Psíquicos Entre Nosotros"]

lunes, 6 de septiembre de 2010

La Estupidez de los Eruditos

Mientras más estudio, más cuenta me doy de lo muy empeñados que estan todos los profesores en volvernos irremediablemente estúpidos. Nos hacen leer metódicamente a gente como Hegel, Kant, Marx, Simone de Beuvoir o Nietzsche; y por otro lado nos dicen que los sentimientos y las emociones que presentamos, especialmente mientras más relacionadas al amor y la fé estén, son un obstáculo para nuestro razonamiento lógico y nuestro consiguiente éxito. Hoy, por ejemplo, asistí a clase y me topé con una mujer que hablaba de como los médicos "acababan de descubrir" que los efectos del amor sobre el organismo eran muy similares a los de las drogas; y por tanto era muy recomendable cesar toda relación amorosa antes de los seis meses, para evitar la adicción.

Ahora, viéndola objetivamente, sus cincuenta años sin un matrimonio, ni hijos, dedicada al trabajo, habiendo realizado quien sabe cuantas maestrías y doctorados, y hablando de manera soberbia como si tuviera todas las respuestas de un iluminado bajo la manga no puedo evitar pensar en lo triste que debe ser llegar a un punto en el cual uno ha acumulado tanto, tanto conocimiento, que hasta piensa objetivamente sobre el amor, el sentimiento más ilógico y mas hermoso que existe. Que gran estupidez pueden cometer los ilustrados, pasar por alto la felicidad que dan las cosas más irracionales de la vida. Una gran estupidez colectiva: Creer que la lógica nos lleva a la felicidad.

[Aperitivo de "Cómo No Ser Un Ilustrado"]

domingo, 29 de agosto de 2010

La Regla de Oro

Era de noche. Los faros a los lados de la acera estaban encendidos, y las sombras que proyectaban parecían moradores silenciosos de la noche. Del otro lado de la calle, un chico caminaba silenciosamente, como no queriendo ser detectado. Antes de cruzar, miró a ambos lados, y luego se movió rápidamente, buscando esquivar todas las miradas posibles. Realmente no hacia demasiada falta tanta precaución, no había casi nadie cerca del parque a esa hora, pero por la naturaleza de lo que estaba haciendo, su conciencia no le permitía relajarse y andar sin tener todos los sentidos aguzados.

Brincó sin demasiado esfuerzo la reja del parque, y luego se zambulló entre la maleza y los árboles que bordeaban el parque hasta poder llegar al centro de este. En una especie de claro, al centro del cual había una recién colocada pileta de aguas cristalinas, había otra persona de pie, aparentemente tan nerviosa como él, y mirando a todos lados como buscando algo desesperadamente.

El chico sonrió, emergió de entre los árboles, y luego caminó hacia la persona junto a la pileta, quien apenas lo vio pareció exhalar aliviada, y se quitó un gorro que traía puesto para dejar caer una larga cabellera rubia sobre sus hombros.
- me gusta cómo te has cortado el pelo-, le dijo el chico sonriendo, y luego se agachó para besar a la chica, que aún así tuvo que empinarse para poder responderle el beso.
- te extrañé mucho-, le dijo ella con una voz sumamente dulce, abrazándolo efusivamente
- lo sé, yo también te extrañé mucho, princesa-
- ¿recuerdas qué día es hoy?-
- nunca podría olvidarlo-, le contestó él, y sacó de su bolsillo una pequeña caja azul con un moño blanco adornándola encima.
- no puedo creer que ya haya pasado tanto tiempo-, le respondió ella, y le entregó a la vez una pequeña carta doblada en papel rosado.
- yo tampoco. Un año es mucho más tiempo del que pensé que pasaría antes de que nos agarraran-
- yo no, nunca lo dudé. Pero; dijo la chica abriendo ligeramente la caja que le habían entregado para dar un vistazo rápido a su contenido; si ya te cansaste de eso entonces, ¿por qué no?...
- no podemos, la interrumpió el chico agachándose un poco para poder verla a los ojos, tú sabes que hay por lo menos tres razones por las que nos asesinarían si se enteraran-
- pero es que Danny, yo quiero poder…
- yo también, pero tenemos que esperar un tiempo. En serio, puedo resolverlo si confías en mí-

“Crack”, se escuchó entonces el crujir de ramas en la cercanía, y la chica se escondió rápidamente detrás de su novio.
- Danny, ¿qué es eso?-
- Shhh, respondió él tratando de escuchar claramente, creo que alguien nos está espiando-
- ¿qué?-
- que alguien los está mirando, Andrea; interrumpió una voz desde detrás de ellos, y los chicos se dieron vuelta reconociendo al instante de quién se trataba; así que esto era lo que me ocultaban-

Un segundo chico, rubio, alto y de ojos azules que ahora observaban entre serios y enfadados, había salido del mismo lado por el que había llegado Danny antes, y apuntaba inmóvil un arma hacia los dos chicos.
- Ricardo, íbamos a decírtelo-
- sí, simplemente se les olvidó, ¿verdad?-
- lo siento, de verdad lo lamento mucho-, dijo Danny levantando una mano y escondiendo a Andrea detrás de él con la otra.
- ¿lo sientes? yo confié en ti, eras como mi hermano; le dijo el chico sumamente enfadado; ¿y tú qué hiciste?-
- no comprendes, yo la quiero, no estoy jugando con ella, y…
- era la regla de oro; interrumpió antes de dejarlo terminar; Danny, tu sabes cuál es el precio que tienes que pagar-
- ¡no!, gritó Andrea, por favor, estoy enamorada de él, por favor entiende eso, no tiene nada de malo-
- cállate-, respondió el chico del arma, y luego jaló del gatillo sin pensarlo más.

Danny cerró los ojos y esperó el final. Sin embargo, pasaron varios segundos desde oído el disparo, y el chico se sentía todavía consciente, por lo que los abrió de nuevo solo para darse cuenta de que todo a su alrededor había desaparecido. Se hallaba de alguna forma en una oscuridad absoluta, carente de sonido, y que parecía no tener fin ni nada dentro de ella, salvo el cuerpo de su prisionero, que estaba de pie en un piso invisible.
- ¿esto es la muerte?-, dijo haciendo resonar la infinidad de tinieblas
- no, oyó retumbar una voz detrás de él, estos son tus sueños.-

El chico se dio la vuelta, y se quedó extrañado ante la vista. No había nadie cerca, pero un pequeño libro negro flotaba brillando en ese universo oscuro, como si estuviese ahí sujeto por algo invisible, misteriosamente inquietante.
- ¿quién dijo eso?-
- fui yo-, escuchó sonar nuevamente
- ¿yo quién?-
- el libro-
- el libro. ¡Vaya, que sueños tan raros tengo!-, exclamó riendo el chico
- sí, ya lo creo; le contestó la voz sin ofenderse; porque soñar que mueres por proteger a Andrea…
Danny hizo silencio inmediatamente

- no sólo es en tus sueños de noche, ¿verdad?, a veces sueñas despierto que la llamas princesa, y que la haces feliz, y que te deja hacerla feliz. Pero, esa no es la realidad, ¿cierto?-
- ¿qué quieres de mí?, déjame despertarme y ya, este es un sueño estúpido-
- cálmate. Vine a ofrecerte algo, nada más-
- ¿qué?-
- vine a ofrecerte una oportunidad como ninguna. Yo puedo hacerte realidad esos sueños que tienes-
- claro-, dijo sarcásticamente Danny
- es en serio. ¿No quisieras que Andrea de verdad te viera como su príncipe, y no solo tuvieras que soñar con que lo hace?-
- y, ¿tú que sabes de eso?-
- más de lo que crees. Mi especialidad es conceder deseos, a eso me dedico yo-
- y seguro lo haces de buena voluntad-
- me ofendería que pensaras lo contrario-
- sí, claro, esa clase de favor no se hace gratis, ¿qué ganas tú con ayudarme?-
- gano la diversión de ver cómo las cosas te salen como quieres, para variar. Porque ya debes estar cansado de andar con viejas todo el día, supongo-
- claro, soy tan estúpido como para creer eso-
- estúpido no, eres lo suficientemente listo como para dudar, y eso me gusta; pero en este caso lo que más te conviene es aceptar, ¿no? A fin de cuentas, esto es solo un sueño-

Danny lo pensó por un segundo
- piensa en todo este tiempo. La has mirado en silencio, siempre pensando en todas las consecuencias que te traería hacer algo con ella, sabiendo que está dentro de tus posibilidades pero alejándote porque sería, “romper la regla de oro”. ¿Cuánto tiempo más quieres vivir haciendo lo que otros quieren que hagas? Lo que quieres no es nada inmoral, solo porque no lo acepten los demás, ¿o sí?-
- creo que no-
- entonces, dijo el libro abriéndose a la mitad y haciendo aparecer una pluma junto a él, Firma-
- no, no voy a caer; dijo Danny haciendo la pluma a un lado de un manotazo; no voy a firmar nada así que vete-
Y habiendo dicho esto, el chico intentó marcharse. Sin embargo, detrás de él se oyó un chasquido de dedos, y de inmediato cientos de imágenes saltaron a su alrededor, retratando a Andrea y a él mismo en diferentes etapas de sus vidas.
- ¿cómo?...
- los he estado observando, y quise ayudarte porque sé lo mucho que la quieres. ¿Ves?, lo he visto por años-
Danny no respondió
- ¿qué tienes que perder?, todo esto es sin grandes consecuencias; le susurró el libro al oído mientras el chico miraba inmóvil una foto de él cargando a Andrea años atrás para que pudiera subir a la montaña rusa; estarías a un paso de esa felicidad que tanto quieres-
- ¿sin consecuencias?-
- sin grandes consecuencias, palabra de honor… Solo un par de cláusulas sin importancia, pero hablaremos de eso luego-
El chico tomó la pluma de donde la había botado, y luego se paró frente al libro.
- no importa, es un sueño-; se dijo a si mismo, y luego firmó sin pensarlo más.

[Aperitivo de "El Contrato", en la colección "Cuentos Secretos"]

sábado, 31 de julio de 2010

Los Sueños de Veronica

- ¿cómo te sientes hoy, Verónica?; preguntó el doctor Santisteban abriendo su libreta de notas; ¿amaneciste bien?-

Verónica levantó la mirada. Sus ojos estaban levemente hinchados, como todas las mañanas, pero no por la falta de sueño sino por el exceso del mismo. Ese era un día más de esos en que se sentía miserable, solo por el hecho de haber despertado. Esbozó una sonrisa débil y asintió con la cabeza.

- que bueno; dijo el doctor; cuéntame, ¿Qué soñaste ayer?-
Verónica lo miró fijamente por un segundo antes de responder. - Lo mismo de siempre, doctor-
- vas a tener que ser un poco más específica-
- soñé con Juan Carlos-
- y en tu sueño, ¿qué hacías con Juan Carlos?-
- era un día normal, el 28 de julio del año pasado. Como todos los días antes del accidente nos despertamos, me besó, tomamos juntos el desayuno. Luego se fue a trabajar, y yo me quedé en la casa. Hice el almuerzo y limpié hasta que volvió. Almorzamos, hicimos el amor, y descansamos toda la tarde. Fue un día tranquilo, como cualquier otro, hasta la hora de dormir-
- ¿qué te hace decir eso?, ¿pasó algo a la hora de dormir?-
- le suplique que no me dejara dormir. Que si lo hacía probablemente terminaría de nuevo aquí, frente a usted-
- y, ¿no te hizo caso?-
La mujer negó con la cabeza
- Verónica; dijo el doctor, reclinándose en su silla; me preocupa que nos veas como una especie de situación que quieres evadir a toda costa. Estos sueños que tienes, claramente nos dicen que tú no quieres afrontar la realidad-
- sé perfectamente cuál es la realidad doctor-
- ¿cuál es la realidad?-
- Juan Carlos, mi esposo, está muerto. Murió en un accidente automovilístico porque yo quería ir a comer fuera, a última hora. Yo sobreviví-
El doctor Santisteban miró a su paciente en silencio. Decía la verdad, pero su mirada indicaba odio, repudio, como si estuviera repitiendo una mentira fabricada que convenía más que la verdad.
- puedes retirarte. Terminamos por el día de hoy-, dijo el doctor, y luego Verónica se puso de pie y salió del cuarto.

- diagnóstico; empezó a decir Santisteban encendiendo su grabadora de bolsillo; delusiones severas. La paciente continúa creyendo que su esposo sigue con vida y que sus sueños la transportan al pasado antes del accidente. Tiene una sólida creencia en que genuinamente puede regresar en el tiempo por pequeños detalles que ve, y reproduce los días de antes del accidente de manera secuencial progresiva, uno por uno, como si fuera otra vida que lleva paralelamente a esta, al mismo ritmo. Además, muestra poca credibilidad en mí y en el tratamiento que lleva, y aunque está bajo medicación contra la agresividad, tiene una actitud pasivo-agresiva. Se requiere más observación para determinar un tratamiento efectivo-
Verónica caminaba por el pasillo mirando las ventanas de las puertas en cada cuarto. Había pasado casi un año exactamente desde la muerte de Juan Carlos, y casi seis meses desde que estaba internada en el hospital psiquiátrico. - hospital-, dijo sarcásticamente para sí misma, y metió las manos en su bata.

La verdad es que poco o nada habían podido hacer ahí por ella. Decían que tenía alucinaciones, pero a ella ese diagnóstico no terminaba de convencerla. Cuando dormía, soñaba con los días de un año atrás, cuando su esposo todavía vivía, y eso era perfectamente normal en cualquier viuda reciente. Lo que no fue normal fue su intento de tomar un frasco entero de píldoras para dormir, alegando que quería no despertar, porque era más feliz en sus sueños.

Sus amigos se preocuparon tanto por ella que prefirieron internarla a preguntarle qué era lo que le pasaba realmente; pero ella no los culpaba, aunque tampoco los echaba de menos. Estar en ese hospital le había demostrado el poco apego que le tenía al resto del mundo. Lo único que realmente extrañaba era a Juan Carlos. Vivir sin él era mucho más complicado de lo que era aceptar ser viuda. Era como si una parte de ella se hubiera ido para siempre con él, y si eso no volvía a una persona loca, entonces probablemente ninguna razón hubiese sido lo suficientemente buena.
(...)

[Aperitivo de "Los Diez Días de Veronica" en la colección "Amor Fugaz"]

jueves, 22 de julio de 2010

Conciencias Intranquilas

- ¿Cómo puedes hacer que nada te interese?, no lo entiendo; dijo finalmente Agatha recogiendo sus piernas; he tratado por todos los medios de que no me duela el trabajo que hago, pero simplemente no puedo no temblar cuando me llega el mensaje con las indicaciones cada mañana-
- está en tu naturaleza ser humana, no es algo que puedas evitar-, respondió Gabriel sacando un paquete de cigarros de su bolsillo-
- ¿y tú como lo haces entonces? Eras sacerdote cuando estabas vivo, debiste ser todavía más humano que yo, y ahora mírate, no te interesa ni siquiera cuando una niña llena de sueños es asesinada a sangre fría por un depravado a medio camino de volver de la escuela-
El chico la observó en silencio sin responder
- ¿qué?,¿vas a pretender que no sabías que ese fue mi trabajo de hoy? Tú eres el mejor amigo de Santana, su mano derecha, sabes perfectamente qué caso le asigna a cada uno de nosotros. Viste que me asignaría llevarme el alma de la niña del parque que iba a ser asesinada a sangre fría, y no dijiste nada, y tal vez eso puedo aceptarlo; pero no hiciste nada para evitar que le pasara lo que le pasó, y eso es lo que no entiendo. No entiendo como alguien que un día estaba tan lleno de fe y ganas de cambiar el mundo y proteger al resto ahora simplemente mira sentado como todas las peores cosas le pasan a las personas más inocentes sin hacer nada-
- no tengo permiso de interferir. Es mi trabajo ver que las cosas sigan su curso natural, tanto como es tu trabajo hacer que sucedan y llevarte las almas al otro mundo-
- ¡eres un ángel!, ¡se supone que cuides a las personas, no que las dejes morir solas!-, gritó Agatha volteando a ver al chico, y luego volvió a guardar silencio y hundió la cabeza entre sus brazos.

Gabriel cerró los ojos y aspiró una pitada de su cigarrillo, como ordenando sus ideas por un momento

- los ángeles sentimos todas las cosas que sienten los humanos, pero de manera mucho más fuerte, Agatha; dijo finalmente exhalando el humo; es por eso que hay tan pocos de nosotros. La mayoría piden ser relevados de sus cargos antes de cumplir un año de servicio-
- ¿Qué?-, dijo la chica levantando la cabeza
- nadie te lo había dicho porque es un secreto, pero ahora lo sabes. Yo siento todo el dolor de las personas que cruzan al otro lado gracias a lo que hacemos, y me choca más de lo que podrías imaginarte, aún ahora después de siglos enteros. No lo muestro, simplemente porque prefiero confiar en que hago las cosas por algo-
- no empieces con todo eso del plan de Dios, por favor-
- ¿plan?, ¿Qué plan?; dijo Gabriel riendo; Agatha, ninguno de nosotros ha visto ni una sola vez a Dios, y por lo que sabemos, los ejecutivos de la compañía eligen al director, nunca ha sido designado por el mismo dios. Ni siquiera sabemos si hay un Dios al que echarle la culpa por las cosas que nos toca hacer. Es más, si alguien tiene la culpa de la muerte en el mundo en general, es Servicios Funerarios Incorporados. Ordenes o no, nosotros causamos los accidentes y nos llevamos las almas-
- vaya, gracias, ahora me siento mejor, nosotros en la compañía somos causantes de todos los desastres que matan a la gente; y no hay un dios al que responder. Perfecto, tú si sabes animar a una chica deprimida-
- está bien, olvídalo. Pretendamos que sí hay un Dios. ¿Qué si es un niño?, ¿o si está loco?, ¿o si simplemente somos una diversión para él y no hay absolutamente ningún significado en lo que hacemos? No podemos sostenernos pensando que Dios tiene un motivo para todo, así como no podemos echarle la culpa de que nos pasen cosas malas. Simplemente es cómo funcionan las cosas, nosotros somos parte del sistema tanto como lo es el agua, o el sol. Así es como el mundo ha sido siempre-
- ¿entonces a qué quieres que me aferre para seguir deseando vivir?; exclamó Agatha con lágrimas en los ojos. Papá me dijo muchas veces que después de la vida había una vida más larga y más hermosa en el cielo. Ya me morí una vez, y no hubo cielo, ni la vida es feliz, solo es larga y horrorosa. Tenemos el peor trabajo del mundo y, ¿para qué?, ¿qué tenemos al final del día?-
- nos tenemos el uno al otro-, contestó Gabriel y luego se puso de pie y extendió su mano hacia la chica.
- no quiero volver a…
- no vamos a volver a la oficina; dijo el chico; vamos a ir a pasear un poco. Has estado trabajando demasiado últimamente, es justo que te des un día libre. Santana no va a oponerse, créeme-
La chica miró a su amigo por un segundo, dudosa, y luego tomó su mano y se puso de pie.
- escucha; le dijo secándole las lágrimas de los ojos; tal vez no existe ningún Dios al que culpar por lo que pasa en el mundo pero, nos tenemos los unos a los otros. He escuchado lo que piensan las personas antes de morir, y lo que guardan sus almas después de haber dejado sus cuerpos y créeme, de lo único que se acuerda la mayoría es de las cosas buenas que hizo al lado de la gente que quería. No te entretengas en el dolor que sientes o que sienten los demás, ni en cuál es el significado de lo que haces. Mejor vete a buscar lo que te haga feliz, porque al final del día, que tú estés aquí para acompañarnos, ya hace que valga la pena vivir. Al menos para mí, ¿entiendes?-
La chica entonces esbozó una sonrisa, y abrazó a su amigo, todavía llorosa; deseando olvidar el trabajo horrendo que los encargados de la muerte como ella, tenían que realizar.
(...)

[Aperitivo de "Servicios Funerarios Incorporados S.A."]

jueves, 8 de julio de 2010

Los Inmortales en su Palacio

El comportamiento de Diana en general, nunca dio demasiados problemas hasta que cumplidos sus doce años, llegó un nuevo residente a la casa.

La chica volvía de la escuela junto con el resto de sus primos cuando vio una vez más aparcarse el coche de la abuela frente a los jardines de la mansión. La diferencia fue que esta vez, en lugar de descender sola, junto con un par de maletas de ropa y algunos atados de plantas y verduras, bajó con una niña pálida de cabello castaño que tenía todo el aspecto de haber sido arrastrada hasta ahí contra su voluntad; y con un tipo alto parecido a ella que tenía una bata blanca que le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas.
“la niña se llama Sofía; le dijo Matilde a Rosa mientras ella preparaba el té árabe con el que siempre recibía a su suegra; tiene un carácter muy problemático así que vamos a tener que mantenerla vigilada todo el tiempo”
“¿y el chico?”, preguntó Rosa mirando al médico hablar con su hermana.
“es su hermano Matías. Él no se va a quedar todo el tiempo, pero va a venir de vez en cuando porque pronto no voy a estar en condiciones de seguir poniendo orden sola en esta casa”.

“no puedo creer que le estés haciendo los mandados a esa bruja”, le decía Sofía a su hermano al mismo tiempo que su abuela le contaba a rosa los métodos para domar su carácter. “no parece que fueras el mismo que se robó a la hija de los Valencia”.
“A veces es necesario ceder para poder ganar, Sofía, es algo que te enseña la edad”, le respondió Matías, mientras miraba un dibujo de Maria Gracia, que siempre llevaba con él.

Sin embargo, para Sofía, no existían treguas con la mujer que la había hecho comer cosas horribles, vivir de té amargo un mes, bautizarse, y dejar su casa en el pueblo para vivir en un laberinto de cuartos de la capital, y la misma noche que llegó, se trepó por la ventana de su cuarto en el ala oeste, y salió al techo dispuesta a saltar para escaparse.
“¿qué haces?, te vas a matar, bájate de ahí”, le dijo Diana, que había escuchado el ruido de sus pisadas sobre su habitación, contigua a la de ella. Sofía la miró, y sonriendo, se dejó caer los cinco metros que había entre ella y el suelo. Diana bajó corriendo las escaleras e intentando no despertar a los demás, especialmente a la abuela, salió al patio, en el que Matías ya se hacía cargo de levantar a su hermana. Entonces vio asombrada como en un momento su prima se acababa de romper el cuello y tenía los ojos en blanco; y al otro, Matías volvía los huesos a su lugar, y la chica comenzaba a toser como si no se hubiera lastimado en absoluto.
“nunca se salta de cabeza, así tienes que esperar a que alguien te componga los huesos antes de sanar”, le dijo el médico a su hermana mientras le daba vuelta a los huesos de sus piernas.
“¿qué haces acá todavía?”, preguntó Diana frustrada
“la abuela me mandó a esperarte”, le respondió su hermano, y en ese momento, ambos se dieron cuenta de la niña observándolos en silencio desde la puerta. Entonces, el chico suspiró preocupado.

“no puedes decirle a nadie, todos los demás en esta casa son muy jóvenes para saber”, le dijo Matías a Diana una vez que los tres volvieron a la casa. “nosotros no morimos, pero no es para andarlo presumiendo”. “¿y si seguimos qué?”, le dijo Sofía desafiante
“si sigues la abuela te va a encerrar para siempre o hasta que te mueras. ¿No quieres saber qué tan largo es eso con nosotros verdad?”.
Sofía lo miró enojada por un momento, y luego se paró para ir a su cuarto, dejando sola a su prima con su hermano.
“¿todos somos así?”, le preguntó entonces la niña mirándolo deslumbrada sin entender del todo que ese hombre de autoridad tan imponente era su primo.
“todos, hasta que yo decida lo contrario”, le contestó él sonriendo, y luego la envió de vuelta a su cuarto.

La chica subió silenciosamente, y se encontró a su prima llorando de rabia tras su puerta. “oye”, le dijo, “¿No me quieres explicar por qué no podemos morir?, a mí tampoco me gusta tener que escuchar lo que dice la abuela”.
Y Sofía levantó la mirada y le contestó con una sonrisa, entendiendo las intenciones detrás de esa frase. Fue así como desde ese día, las dos chicas se volvieron las mejores amigas.
(...)

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

viernes, 2 de julio de 2010

El Deseo de la Asesina

- alguien en tu posición no debería hacer enojar a la chica que está sosteniendo un cuchillo contra su garganta-, le dijo Tiffany a Jack, presionando su arma contra el cuello del chico
- ¿por qué?, si quisieras matarme lo habrías hecho al comienzo de esta conversación. Tú eres el lado de la personalidad de Tiffany que no titubea para hacer las cosas, nunca sales solo para dialogar esperando la solución pacífica-

La chica volvió a guardar silencio. Jack entonces sujetó la daga de su cuello por el mango, y sin mucho esfuerzo, la tiró al piso.
- porque no dejas de jugar y me dices de una vez por qué saliste tú en lugar de la otra Tiffany-
- la verdad, es un secreto-, contestó la chica, y de pronto abrió las manos súbitamente, y una onda psíquica golpeó todo el cuarto, lanzando a Jack contra la pared. Él, sin embargo, aún en su sorpresa, alcanzó a lanzar rápidamente una semilla, y lianas se dispararon de inmediato de ella para sujetar a su oponente, que peleó por un instante, dándole al chico suficiente tiempo para acercarse a ella. La chica lanzó un puñetazo, pero Jack la sujetó firmemente y la acercó a él.

- dime de una vez, le dijo, ¿para qué te asomaste?-
La chica entonces se empinó como si fuera a embestirlo, y en vez de eso, le plantó un beso en los labios, que lo dejó frio.

Jack soltó a Tiffany, mientras respondía el beso. Todo era muy diferente a como se imaginaba que las cosas serían si llegaba a estar en una situación así con Carolina. En vez de ser suave y tierno, fue casi animal, completamente impulsivo, como un apetito estimulado por el combate.

Tiffany se colgó de Jack, cerrando sus piernas alrededor de su cintura, y el chico avanzó un par de pasos y la dejó caer sobre el sofá de la sala, todavía besándola frenéticamente.
Tiffany sonrió enredando sus dedos en el cabello de Jack, que tenía la cabeza hundida en su blusa. - ¿Tenías que llegar a esto?, hubiera sido más fácil que me dejaras matarte-
- puedes intentarlo después, no tengo ningún apuro- le respondió el chico, y luego volvió a besarla subiendo su mano por uno de los muslos de la chica.

Por lo general, Jack había pensado que el otro lado de Tiffany era la ira contenida de la chica, pero las cosas que hicieron esa noche le demostraron que había estado equivocado porque esa Tiffany era, y siempre sería, una persona distinta de ella, que si bien representaba algo, probablemente sería su lujuria.

***

Jack abrió los ojos. Le dolía la cabeza, pero no tanto como el cuerpo. Se sentía como si alguien lo hubiera golpeado toda la madrugada, y en realidad lo que había hecho no era tan diferente de eso.
- ella tenía razón, debí dejar que me mate-, dijo mientras se levantaba lentamente del sofá
- ¿tanto te cansé?, tengo que decirle a mi otra yo que sea más suave contigo para la próxima-, le contestó Tiffany, viniendo ya completamente vestida con un plato de tostadas en la mano
- Tiffany, oye, yo…
- shhh; le dijo ella poniendo un dedo sobre sus labios; no hables, come. Debes tener muy poca energía después de ayer-
- bueno, pero yo…
- también te prepararé jugo de naranja, debes tener todavía menos líquidos en el cuerpo-
Jack se quedó en silencio observándola un momento, y luego tomó una tostada y le dio una mordida.
- ah, llamó David, dice que hoy él y Juan Daniel van a jugar billar con Alcadías y que también estás invitado-
- ¿David?, exclamó sorprendido el chico, ¿y tú?...
- no te preocupes, claro que no le conté; solo le dije que te habías quedado exhausto después de ayudarme a entrenar una nueva técnica-
- ah-, contestó Jack; y luego ambos permanecieron en silencio.

- oye, Tiffany., dijo el chico finalmente
- dime-
- ¿la de ayer fue solo tú otra personalidad, o tú tuviste algo que ver con lo que pasó?-
Tiffany soltó una carcajada, y luego tomo un vaso y comenzó a exprimir el jugo de una naranja dentro de él. - tú mismo lo dijiste; respondió; yo soy la que la deja salir cuando me conviene-
- ¿entonces?-
- llevaba algún tiempo pensándolo. Te has portado muy bien conmigo desde que comencé a tener problemas con mis poderes, así que pensé en una manera de agradecértelo-
- ah-, contestó Jack, y comió otra tostada, un poco confundido por la respuesta
Tiffany comenzó a reír nuevamente. - ¿Sabes que eres muy lindo cuando no entiendes nada de lo que pasa?-
- yo no diría que nada-
- yo sí; respondió la chica, y luego se acercó con su jugo y le dio un beso fugaz en los labios; ahora arréglate, si quieres disimular hace falta que no tengas cara de haber sido golpeado toda la noche-
- fue algo muy parecido-, contestó Jack mordiendo una tostada más
- si bueno, la próxima vez podría encargarme yo-; dijo, y se acercó a Jack para susurrarle al oído; - ¿Quién sabe?, si te portas bien podría ser más suave esta vez y dejar que tú me canses a mí como mejor te parezca-

Y una vez dicho esto, le dio un beso más y volvió a dirigirse a la cocina.

- y así se supone que me concentre en arreglar sus poderes-, exclamó Jack para sí mismo
(...)

[Aperitivo de "Psiquicos entre Nosotros"]

lunes, 28 de junio de 2010

Soñando Despierto

- esta es la casa que dibujé, ¿verdad?, es como la maqueta que armamos para estudios sociales-, dijo Ernesto sonriendo sin poder creer lo que veía. Estaba exacta, como en su imaginación y sus diseños (y obviamente sus sueños), desde el techo a dos aguas, hasta los inmensos ventanales del segundo piso, el patio y los juegos que había dicho haber puesto por si tenía hijos.
- dime, ¿tienes como saber si la Alejandra del mundo real se dio cuenta de que los juegos en realidad los puse para mí?-
- Ernesto, soy más inteligente que tú hasta aquí, en tus sueños; ¿tú qué crees?; le contestó Alejandra sonriendo, y luego lo tomó del brazo; ¿quieres verla desde adentro?-
- sí, claro pero, ¿se puede?, porque parece que hay alguien viviendo ahí-
- es tu sueño, ¿te acuerdas?, ahí vivimos nosotros-
- buen punto-, dijo el chico, y luego cerró los ojos. Al abrirlos, ambos se encontraban ya sentados en un sofá color café, en medio de la inmensa sala de estar que Ernesto mismo había diseñado con cuidado para su proyecto de estudios sociales de la casa de ensueño.
- es perfecta, justo como la diseñé; exclamó el chico levantándose para mirar la chimenea que mandaba en el centro del salón; ¿aquí vamos a vivir realmente si decido ser arquitecto?-
- no estoy segura. Tú deseaste ver cuál era tu futuro y esta es la respuesta de tu consciencia. Probablemente sí sea lo más seguro, porque tu siempre eres muy realista con tus metas-
- ¿aunque esté soñando?-
La chica le sonrió y luego se encogió de hombros.
- bueno pero y, ¿qué mas hay?-
De pronto, sonó el timbre, y el chico se volvió a mirar la puerta. Las lunas permitían ver dos pequeñas siluetas, muy similares entre sí.
- ¿y eso qué es?-
- ábreles la puerta y verás-
El chico miró extrañado a su amiga. Luego caminó lentamente, entre toques seguidos de timbre, y se tomó un momento para respirar antes de abrir la puerta.
- ¡papi, ¡Micaela se tomó mi jugo antes del almuerzo y estuve muriéndome de sed todo el día!-, fue lo primero que escuchó apenas hubo girado la perilla. Una de las dos pequeñas siluetas había saltado a sus brazos y ahora lo tomaba del cuello firmemente apoyada en ellos. Era una niña, de no más de siete años, con cabello castaño larguísimo y que cargaba una maleta en la espalda.
- ¡no es cierto!; replicó la otra niña, que había entrado no mucho más civilizadamente a la casa arrastrando una maleta igual a la de su hermana; ¡Anto se olvidó de su jugo en la mesa y agarró el mío. Yo solo fui a recuperarlo!-
- ¡era mío, el frasco tiene mi nombre!-
- ¡solo porque se lo pusiste en clases cuando no te miraba!-
- niñas, basta; interrumpió entonces Alejandra, viniendo con un frasco de jugo en la mano; Micaela, encontré tu frasco de jugo en el sofá. ¿Estuviste mirando televisión en la mañana antes de ir a la escuela aunque te dije que no lo hagas?-
- no mami, no sé cómo llegó ahí-, dijo la niña sonriendo disimuladamente
- no sabes, ajá. Bueno, entonces discúlpate con tu hermana por tomarte el jugo y haber dicho que se había robado el tuyo-
- lo siento-, dijo la niña mirando aburrida a su hermana, todavía en brazos de Ernesto
- te dije que era mío-, le contestó la chica sacándole la lengua a manera de burla
- tú también sé amable Anto, Mica es tu hermana. Ahora, vayan las dos a lavarse las manos, el almuerzo ya está servido-
- si mamá, dijeron ambas niñas, y la que Ernesto tenía en brazos le dio un beso, saltó al suelo y corrió junto con su hermana hacia el baño.

El chico estaba en shock.
- no te sorprendas tanto, así se verían las niñas si tuviéramos gemelas-
- ¿vamos a tener gemelas?-
- ¿por qué no?, tú tienes gemelas en tu familia. Sería una posibilidad-
- ni siquiera sabía que quería tener gemelas-
- pero ahora lo sabes; dijo Alejandra sonriendo; y también las quieres mucho, aunque Micaela tiene tu carácter, por eso te da más problemas que Anto-
- ¿de verdad?-
- sí. Anto sacó mi caracter y Mica el tuyo, aunque anto es tan terca como tú, y Mica es tan inteligente como yo. Realmente tienes que dejar de sorprenderte tanto-, contestó divertida la chica, y luego tomó a Ernesto de la mano y lo llevó a la mesa del comedor.

- yo ni siquiera pienso en ser papá-, dijo sentándose, todavía un poco paralizado por la sorpresa
- sí piensas, muchas veces, solo que no te das cuenta-
- ¿a qué te refieres?-
- es que el deseo de ser papá está en todas las cosas que haces como amigo, o como enamorado incluso. Muchas veces tratas a Catalina como si fuera tu hija, sin darte cuenta. Te preocupas por tantas cosas, y la engríes tanto que estoy segura de que la yo del mundo real a veces debe creer que más la ves como a una hija que como a una enamorada-
- eso suena horrible-
- lo sé, tienes una mente muy rara-, le respondió Alejandra; y luego las gemelas llegaron corriendo del baño y se sentaron.
- oye, ahora que lo dices, me había olvidado por completo de la existencia de Catalina. Cómo es posible que la olvide dentro de mis sueños, es mi novia-
- no lo sé. Aquí solo está lo que ves en tu futuro-
- ¿entonces no debería estar teniendo esta conversación con ella?, digo, ¿por qué estás tú en su lugar?-
- dime tú-, le respondió la chica sonriendo recostada en la mesa con la cabeza apoyada sobre los brazos.
(...)

[Aperitivo de "Caminando Dormido"]

miércoles, 23 de junio de 2010

Juegos de Niños

El palacio de juegos de los niños, que había sido ampliado hasta tener la dimensión de una pequeña cabaña de verdad, fue convertido en un hogar, y Maria Gracia comenzó a traer floreros, cortinas, alfombras, sábanas, frazadas y manteles que había aprendido a bordar de Betsabé, la mayor de sus hermanas; mientras que Matías, ya tan experto en el oficio de la carpintería como lo era en el de la medicina, se pasaba las tardes construyendo sillas, mesas, camas y sillones, y haciendo las modificaciones a la casa que más le parecían adecuadas para la comodidad de ambos.

Pronto su casa fue tan acogedora y tan real que el cartero pasaba creyendo que una nueva familia acababa de mudarse, y el lechero comenzó a dejarles botellas todas las mañanas en la puerta. Ambos niños se despertaban más temprano que de costumbre, diciendo que la escuela empezaba antes, y se iban en secreto a desayunar juntos, mientras hablaban de qué harían y qué nuevas cosas agregarle a la casa ese día.

Nadie más que Helena, que ya tenía fama en el pueblo de ser la primera en enterarse de todo, notaba lo que realmente estaba pasando. Ella solo lo vio como algo inofensivo y propio de la edad a la que entraban. “no importa demasiado, al fin y al cabo solo son un par de niños que están creciendo”

Y de cierta forma, eso era verdad; porque los juegos que jugaban no se volverían realidades hasta poco antes de terminar el sexto grado.

Llovía de manera particularmente fuerte, y Matías había decidido quedarse a reforzar el techo a dos aguas de la casa el día que Maria Gracia escuchó por primera vez un término que cambiaría la relación con su amigo para siempre. Salía del baño cuando escuchó a un grupo de chicas contemplar emocionadas a una de ellas, que sonreía diciendo, “Manuel me ha pedido que seamos enamorados”.

“Ser enamorados”. Ella había oído miles de veces el término, “novios”, que usaban los adultos y los personajes de sus cuentos para decir que sólo querían estar con una persona para siempre, pero jamás había oído de una versión infantil de esa misma relación. Pensó todo el camino de regreso a casa, y llegó a la conclusión de que todo lo que la chica había dicho, “salir juntos, pasar el tiempo, no querer estar con nadie más”, era lo que había venido haciendo con Matías desde que lo conoció. Entró por la puerta de la cabaña, empapada de lluvia, y le preguntó medio confundida, medio avergonzada a su amigo, ¿nosotros somos enamorados?
Matías dejó de inmediato de clavar una tabla con la que terminaba de asegurarse de que el techo no tuviera goteras, bajó la escalera para acercarse a la chica, la miró en silencio por un segundo y le dijo, “sí, eso es lo que somos”.

Y la niña corrió emocionada a decirle a su madre, una mujer alemana que ya estaba en sus cuarenta y tantos, que tenía el primer enamorado de toda su vida. Llegó escurriendo agua de sus bucles, ahora transformados en ríos de cabello lacio que caían sobre su espalda y sus hombros, y se dirigió a la cocina, donde la señora revolvía la sopa mientras su esposo leía el periódico.
Sin embargo, al hacer el anuncio, la respuesta que obtuvo no fue ni remotamente la que se esperaba.

Su padre, apenas escuchó a su hija pronunciar la palabra “enamorado”, la vio como si tuviese seis años nuevamente y hubiera dicho una grosería.
Con voz de rabia contenida, y la severidad de quien es patriarca de una familia de nueve mujeres, le prohibió a la niña ver a su príncipe nunca más, y le dio la orden de que desde ese día en adelante, sólo podría ir de la casa a la escuela y de la escuela a la casa, sin desvíos.

Ella rompió en llanto y se encerró en su habitación abrazando un libro de cuentos que había ilustrado manualmente para Matías hacía cosa de un año; mientras que sus hermanas escuchaban la pelea entre sus padres, sin comprender nada en el mejor de los casos.

Matías no entendió nada del asunto cuando la vio al día siguiente y ella se alejó de él con los ojos enrojecidos.
“seguro has hecho algo mal, le dijeron los otros chicos, a las mujeres les encanta llorar por cualquier cosa, gringo”
Pero por más que trataba no podía pensar en algo que hubiese hecho mal. Solo estaba el hecho de decirle que era su enamorada.
Quizás ella no quería ser su enamorada, y se había asustado por escucharlo decir eso. Talvez todo hubiera estado mejor si nunca hubieran tenido que conocer el significado de esa palabra, y ahora el chico se sentía tan solo como no se había sentido en años.

Volvió por primera vez en meses temprano a casa, y se sentó a retomar sus estudios de medicina, que últimamente habían sido dejados de lado, solo para comprender que ya no sentía que el conocimiento lo llenaba. La emoción de entender más el funcionamiento del cuerpo y cómo curar sus averías se había vuelto tan tenue que ya ni podía percibirla. Al cabo de un mes de intentar olvidar el asunto, llegó a estar tan frustrado que así como había hecho al descubrir que no podía curar a nadie con su sangre, pateó la pila de sus libros, y se echó a la cama a contemplar el techo, en el que tenía pegados dibujos que Maria Gracia solía hacer para sus cuentos. La chica se había transformado en el centro de su vida; no tenía nada más, y ni siquiera podía esperar que los sentimientos que tenía por ella murieran en algún momento porque en su caso el fallecimiento de cualquier modo era imposible.

Se levantó en mitad de la noche, salió de su casa, atravesó las calles del pueblo y llegó a la casa de Maria Gracia decidido a recuperar lo que le daba sentido a su vida. Trepó por una de las paredes que calculó, era la que llevaba a la ventana de su dormitorio, y la sorprendió dormida respirando entre espasmos. La niña abrió los ojos y miró a Matías sujeto de la canaleta del muro, pensando por un segundo que era un sueño.

De la misma forma que Matías subió, los dos chicos dejaron la casa, el pueblo, y volvieron a su hogar de fantasía, en donde Maria Gracia finalmente rompió en llanto para contarle a su enamorado el porqué de su distanciamiento, y lo mucho que esto la estaba matando. El chico respiró aliviado y comenzó a reír. Le levantó el rostro y se acercó para darle un beso con la pasión de todos esos días de estudio e insomnio en la soledad de su cuarto.

Esa noche se dijeron tantas cosas que los sueños que tenía se hicieron cortos para ilustrarlos. Finalmente, lo que había guiado siempre, y guiaría a todos los inmortales hasta el final de sus días; el amor; había tomado posesión del corazón de Matías. Los chicos se besaron con pasión y se deshicieron en caricias y abrazos, y se prometieron nunca volver a dejar que los separaran, aunque esto significara mentirle al mundo y llevar máscaras de indiferencia durante el día hasta que fueran capaces de abandonar el pueblo, juntos.
(...)

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

domingo, 20 de junio de 2010

El Secreto de Donna

- David está con todo el peso de la guerra encima y necesita que yo esté fuerte para ayudarlo. No sé que me diría si le cuento que a veces no puedo ni controlarme sola-
- creo que no te diría nada, simplemente trataría de ayudarte, igual que hizo Jack-, le respondió Donna.
- hmm; dijo Tiffany acariciándole suavemente el cabello a Jack, que todavía dormía sobre el sofá por el esfuerzo que había hecho para controlarla esa tarde; no sé si eso sea tan bueno. Podría terminar como él. Además no creo que pueda darse el lujo de gastar su tiempo preocupándose por mí-
- eso no es cierto. David siempre tiene tiempo para ayudar a los demás, especialmente a sus amigos-
Tiffany entonces se detuvo y volteó a mirar a la niña.
- él siempre está ocupado con muchas cosas; continuó; pero aún así encuentra tiempo para ayudar a todas las personas que quiere con sus problemas, así sean insignificantes para el resto. Mírame a mí, por ejemplo, siempre escucho decir a todos que él es la persona más importante en la guerra, y aún así está aquí para hacerme el desayuno en la mañana y para llevarme a la escuela. Por eso te digo que si le pidieras ayuda, probablemente trataría de ayudarte aunque esté presionado por todos los demás para hacer otras cosas-

Entonces sonó el teléfono y Donna se levantó a contestar. Tiffany se había quedado muda, observándola durante todo lo que había dicho, y ahora la miraba intrigada, como cuando tenía una visión a punto de realizarse.
- no te preocupes, ella dice que está bien. Sí, está bien, se lo diré. Adiós-, dijo Donna por el teléfono, y luego colgó el auricular. - Joey dice que llames al doctor después para comunicarle el estado de Jack-
- no te preocupes-, le contestó Tiffany, dibujando de pronto una sonrisa en su rostro.
- bueno. Ahora si volveré a dormir. Gracias por explicarme lo de Jack. Que descanses, Tiffany-, dijo la niña finalmente, y luego se dispuso a subir las escaleras.

- ¿desde cuándo?-

Donna se detuvo y volteó a mirar extrañada a la chica.
- ¿qué?-
- pregunté que, ¿desde cuándo?-
- ¿desde cuándo qué?-
- ¿desde cuándo estas enamorada de David?-, contestó la chica, poniéndose de pie
La niña se quedó muda, y se sonrojó de inmediato.
- No estoy enamorada de él, ¿Por qué crees que?...
- yo fui su enamorada una vez, ¿recuerdas?; contestó con una sonrisa de complicidad; conozco "esa mirada"-
- ¿qué mirada?-
- la mirada que pusiste cuando hablabas de cómo él te cuidaba y siempre estaba aquí para ti. Nicole se queja de que él nunca está para ella últimamente, y que pone en peligro su vida, pero tú estás bien de todos modos porque para ti, si está. Siempre. Y todavía más que para su propia enamorada-
Donna se mantuvo en silencio.
- no le voy a contar a nadie, lo prometo, repitió Tiffany acercándose a la escalera, ¿Desde cuándo?-

La niña titubeó por un momento.

- no sé bien; contestó finalmente, suspirando resignada; desde hace mucho tiempo-
- y, ¿piensas decirle algún día?-
- No. No sé. No creo que sea muy buena idea-
- sabes que le gustan las chicas menores, ¿no?, talvez ni le moleste que tengas doce-

Ambas chicas soltaron una risa leve

- tú te enamoraste de él también, ¿verdad?-, le preguntó Donna sentándose en el escalón en el que se había parado
- sí, mucho. Y por bastante tiempo, además-, le contestó Tiffany
- y, ¿ya no más?-
- hmm, ahora hay alguien más que tengo en mente, o bueno, en mi corazón, para ser más precisos; respondió la chica sonriendo mientras veía de reojo dormir a Jack; pero me costó bastante aceptar que yo no era finalmente la que se iba a quedar con él-
- ¿viste con tus poderes que no era así en el futuro?-
- no. No necesité hacerlo. Supongo que hay cosas que tu corazón simplemente te dice-
- sí, bueno, quisiera que el mío me dijera algo que no fuera, "quiero que David me mire como mira a Nicole"-
- quizá te lo diga por algo-
- sí, claro; dijo irónicamente la chica; le gusta hacerme bromas crueles-
- ¿tú crees?, dicen que no hay nada más serio que una broma-, replicó Tiffany burlonamente; y se sentó en el escalón, al lado de la niña. Después, ambas se quedaron pensando por un segundo
- es gracioso; dijo finalmente Donna; no sé en qué momento comencé a enamorarme de él pero ahora es como si no recordara cómo hacía para sentirme segura antes, o qué tipo de chicos me gustaban, o qué era lo que quería para mí-
- sí, el tiene ese efecto cuando llegas a conocerlo-
- es como si mi vida hubiera comenzado en serio el día en que me encontró en la clínica. Yo tenía una familia, padres y una hermana, y los perdí a todos con las pesadillas de la reina. Pero lo gracioso es que a veces casi me siento agradecida porque todo eso haya pasado, porque si no, nunca hubiese podido conocerlo y comenzar esta vida con él. Debo sonar como una persona horrible por pensar así-
- no, solo suenas como una niña muy, muy enamorada-
Donna se sonrojó nuevamente, y luego miró el reloj de pared colgado encima de la chimenea. Las 12:40.
- si bueno, creo que debo irme a dormir. Por favor, no…
- no te preocupes, no le voy a decir a nadie, lo prometo-, le dijo Tiffany, y luego la chica sonrió, se puso de pie y corrió escaleras arriba.
- ah, Donna; le dijo deteniéndola antes de que pudiera abrir la puerta de su cuarto; no debería decírtelo pero, solo por diversión, miré el futuro de David de todos modos-
- ¿sí?-
- Sí, y Nicole no es la que se queda con él-
La niña guardó silencio por un momento, y luego abrió su puerta. - buenas noches, Tiffany-, dijo entrando a su cuarto.
- dulces sueños Donna-, respondió para sí misma Tiffany, y luego se puso de pie para dirigirse nuevamente hacia Jack. - quizás algún día se vuelvan realidad-

[Aperitivo de "Psiquicos Entre Nosotros"]

martes, 15 de junio de 2010

Amor Embotellado

Johana volvió a la universidad, terminadas las vacaciones, esperando conseguir la sencilla respuesta de que Andrés, en efecto, era soltero. Debía serlo, sin duda, porque aunque nunca habían hablado oficialmente sobre sus relaciones de pareja, si tuviera algo con alguien lo habría mencionado en el tiempo que tenían de amigos. Estaba casi de más preguntarle.

- se llama Mariana-, respondió el chico, mientras ordenaba distraídamente las cosas en su casillero de la universidad como todos los días antes de ir a clases; y la chica se quedó paralizada por un segundo.
- ¿qué?-
- ¿te sorprende?; dijo el chico sonriendo con ligereza; yo sé que no hablo mucho de mi vida personal pero tampoco es para que te quedes inmóvil-
- nunca me dijiste nada-, agregó Johana sonriendo de vuelta para intentar disimular su sorpresa
- bueno es que no había nada que decir antes, es reciente. Pero tienes razón, soy un mal amigo, debí contártelo. Lo que pasa es que quería sorprender a todos mis amigos con la noticia. Pensaba traerla la próxima semana para que conozca la universidad y presentársela a todos. Tengo muchas ganas de verle la cara al resto cuando lo sepan-
- me parece una buena idea, no puedo esperar -, contestó la chica, y luego inventó la excusa de una clase, y se fue corriendo de regreso a casa.

Probablemente, sus antiguas amigas de colegio hubieran esperado que llorara por algo como lo que le acababa de ocurrir pero Johana, lejos de hacer eso; y después de pensar las cosas por un segundo; decidió que no iba a rendirse tan fácilmente. Quien quiera que fuese la tal Mariana, no podía ser mejor para Andrés que ella.
- voy a ganármelo-, se dijo a sí misma, y se fue a dormir sin poder dejar de pensar en cómo sería la novia de alguien tan ideal como Andrés.

***

- Dime, no es que no lo adivine pero ¿en qué pensabas cuando saliste corriendo hacia acá?-, preguntó Cupido sentándose al lado de la chica en la cama
- Mariana es perfecta, de pies a cabeza. Es linda, es inteligente, es alta, graciosa. ¿Cómo se supone que pueda competir con eso?-
- No me lo preguntes a mí, algunas chicas simplemente son así. Pero eso no es lo que más te preocupa, ¿o sí?-
- no. Salí corriendo por lo que Andrés me dijo. Pude aguantar escuchar sobre lo inteligente, buena, o exitosa que es, tratar de ayudarlo a entender lo que pensaba cuando él hacía algún gesto especial para ella, ayudarlo a buscar su regalo de aniversario, o incluso intentar acercarme a ella para darle gusto, pero lo último que me dijo me quebró-
- tiene sentido. "Amor", es una palabra muy fuerte. Y que alguien como Andrés la diga significa todavía más-
La chica volteó a mirar a Cupido con reproche, casi con lágrimas brotándole de los ojos, con una mezcla de frustración, enojo y tristeza
- perdón; contestó él, y se puso de pie; a veces olvido que los humanos sienten mucho estas cosas-
- ¿qué quieres con todo esto?, ¿solo querías escuchar sobre lo miserable que me siento?-
- no, ya dejé de trabajar en atención al cliente de la compañía de teléfonos. Ese sí es un trabajo para oír lo miserable que se siente la gente-
- ¿qué?-, dijo la chica, fastidiada sin entender a qué venía el comentario.
- olvídalo, estoy divagando. Ahora escúchame, no vine a escuchar sobre lo mal que te sientes. Vine a darte una solución, si es que quieres aceptarla-
- ¿qué solución?, ¿vas a hacer que Andrés se enamore de mí?-
- Mejor aún, voy a dejar que tu escojas hacerlo o no-
La chica se limpió las lágrimas y observó a Cupido por un momento, para asegurarse de que no fuese una de sus bromas fuera de lugar.
- ¿estás hablando en serio?-
- muy en serio; contestó el chico, y sacó de su abrigo, una pequeña botella de cristal color carmesí; ¿tienes idea de qué es esto? Es mi nuevo producto estrella, el amor líquido-
- ¿producto estrella?-
- así es. Mira, el trabajo se ha hecho más complicado para mí en las últimas décadas. Se dio la igualdad de género, y ahora hombres y mujeres buscan la riqueza y el éxito, y todas esas cosas que te venden los libros de autoayuda. Ya no tienen tiempo para enamorarse, están muy ocupados buscando otras cosas. Es muy complicado encontrar a alguien que realmente busque el amor por encima de las demás cosas en la vida-
- ¿y eso que tiene que ver con la botella?-
- pues, esta botellita contiene el prototipo de "amor líquido". Es un concentrado de lo que hace a las personas enamorarse perdidamente. Si esto funciona, con un poco de suerte podré hacer que todos vuelvan a interesarse por el amor de nuevo, antes de pensar en cómo ganar su próximo aumento. Ahí entras tú. Quiero que seas mi sujeto de pruebas-
- ¿yo?-
- tú. Necesito una chica que esté interesada en el amor por sobre todo lo demás, y tú eres la única que encontré en la ciudad. Sin contar a las menores de edad, claro está, porque no podrían firmar el contrato-
- ¿entonces, vas a darme amor embotellado para probar si funciona?-
- exactamente. Eso resuelve tu problema y resuelve el mío. Si funciona, yo puedo comenzar a trabajar en serio de nuevo, y tú puedes quedarte con Andrés; y si no, simplemente te haré olvidar lo que sientes por él para que no sufras más, o si prefieres te ayudaré a buscar otra cosa con qué distraerte-
- ¿esto va en serio?-, preguntó la chica tomando la botellita de las manos de Cupido completamente asombrada.
- Tan serio como que nunca volveré a usar pañales en mi vida. Una sola vez te lo pones para Halloween, y lo siguiente que sabes es que hacen tarjetas de san Valentín contigo en paños menores. Pero esa es otra historia, y no quiero distraerme. Firma este contrato y comenzaremos a trabajar-, respondió el chico sacando de su abrigo esta vez un bloque de papeles y un lapicero y alcanzándoselos a Johana.
La chica observó el contrato y pensó en silencio por un momento. Andrés era todo lo que quería y si tenía éxito podría finalmente estar con él. Valía la pena el riesgo. Después de todo, era solo un poco de amor, eso no podía dañar a nadie.
- ya está-, dijo la chica firmando, y luego Cupido recogió los papeles, se los metió en el abrigo, y sonrió satisfecho.
- eso es todo. Lee las instrucciones en el fondo de la botella y síguelas al pie de la letra, por favor-
- no te preocupes, lo tendré en cuenta-
- entonces estamos listos. Johana Cartago, desde ahora tienes en tus manos el poder de enamorar a quien te parezca. Úsalo sabiamente-, dijo finalmente el chico, y con un chasquido de dedos, hubo desaparecido de manera tan intempestiva y misteriosa como había llegado en primer lugar.

[Aperitivo de "El Amor Líquido", en la colección "Amor Fugaz"]

miércoles, 9 de junio de 2010

Con Las Horas Contadas

- espera; la detuvo su amiga; siéntate. Escúchame, por favor-
Sara vaciló un momento, pero finalmente obedeció, y tomó asiento nuevamente, mirando fijamente a su amiga con sus preciosos ojos color miel, como tantas otras veces cuando le había explicado cosas que nunca entendería.
- no es una enfermedad común. Ningún hospital en el país tiene una cura para ella, y sería arriesgado intentar una operación, porque la fuente del problema está muy cerca de partes importantes de mi cerebro-
- entonces vamos a otro país, tenemos dinero, podemos buscar otro lugar en el que haya una cura, y…
- no la hay; repitió Melissa; en ningún lado. Es incurable-
Sara volvió a enmudecer, y comenzó a ponerse pálida
- pero, de repente puedes vivir con la enfermedad, ¿no?; de repente es como el asma, tú dijiste que no tenía cura pero se podía vivir con eso sin problemas-
- no, en este caso no es tan fácil-
- ¿por qué?-
- porque es degenerativa, una de esas enfermedades que si no se tratan, terminan por matarte-

Otra vez el silencio reinó en la habitación
- pero; continuó diciendo Melissa; Mateo y yo encontramos un tratamiento hace cerca de dos meses-
- ¿sí?-
- sí. Encontramos la manera de atacar solo la fuente de la enfermedad, sin hacerme demasiado daño a la cabeza-
Sara miró de reojo a su amiga
- ¿entonces, por qué sigues preocupada?-
- porque puede que tenga varios efectos secundarios-
- no entiendo-
- no sabemos si funcione como esperamos. Lo probamos en algunos animales, y la mayoría reaccionó bien, pero casi todos comenzaron a perder la memoria a las pocas horas. Olvidaron dónde y a qué hora debían comer, todos sus trucos, quien era su amo, e incluso terminaron por olvidar cuales eran sus crías-
- entonces…
- si no funciona, voy a olvidar todo poco a poco, hasta que no recuerde ni la universidad, ni a mis amigas, ni a Mateo, ni siquiera a ti. Y eso es solo el comienzo. Si el daño continúa extendiéndose, esto también puede terminar por matarme-

Al oír estas palabras, Sara se levantó de la mesa, caminó hacia el sillón, y se dejó caer sobre él, completamente pasmada.
- ¿vas a olvidarme?-, dijo en voz baja, mientras Melissa intentaba acercársele delicadamente
- no es seguro, nunca hemos visto cómo funciona en humanos-
- ¿vas a olvidarte de todo lo que pasamos?-
- es una posibilidad -
Sara volvió a clavar su mirada sobre su amiga, que ahora estaba agachada junto al sofá.
- pero, ¿cómo podrías olvidarme?-
- No lo sé bien. Nadie entiende por completo el cerebro. A veces nos sorprende-
- y, ¿por qué no me lo dijiste antes?-, preguntó la chica, volviendo a desviar su mirada llorosa
- no quería que te pusieras triste por mí-
- igual estoy triste ahora. Si no querías verme así, entonces, ¿Por qué me lo dijiste?-
- porque estoy segura de que me quedan al menos unas seis horas de lucidez, y necesitaba decírtelo si quería pasar ese tiempo con la persona más importante en mi vida-
- ¿Mateo?-
- No, Mateo no. Hay alguien que es mucho más importante que él para mí-
- ¿Quién?-, preguntó la chica volviéndose hacia su amiga, con los ojos llorosos.
Melissa le sujetó el rostro y comenzó a acariciarle la mejilla. La mirada de Sara se había vuelto vidriosa, y lágrimas escurrían por su cara, ennegrecidas por la sombra con la que se había maquillado para su gran cita.
- Mateo es un gran chico, pero a veces creo que no es el indicado para mí-, prosiguió
- ¿ah?-, dijo Sara sin comprender
- mañana podría no recordarlo, así que voy a decírtelo de una vez. Estuve pensando mucho últimamente en lo que haría de tener las horas contadas como ahora, y por algún motivo, cada vez que pensaba en hacer algo con Mateo, sentía que algo faltaba, como si no importando qué cosa escogiera hacer, algo estuviera mal. Finalmente llegué a la conclusión de que el problema era él. No quería pasar mis últimas horas con él aunque fuera mi novio o nos faltaran un par de meses para cumplir un año-
- pero, pensé que tú lo querías-
- lo quiero, lo quiero mucho. Pero creo que no es la persona que más quiero-, le dijo fijando su vista sobre la de ella
- ¿lo dices porque somos amigas desde hace años?-
- lo digo porque creo que a pesar de lo lista que soy, nunca supe ver bien qué era lo que quería-
- y ¿qué es lo que quieres?-
- ¿nunca te ha pasado que hay cosas que piensas de alguien, y que simplemente no le dices?-
- claro, dijo Sara todavía desconcertada-
- bueno, hay cosas que yo pienso de ti que nunca te digo, y que creí que era mejor no decir-, le respondió Melissa entrelazando sus dedos con los de su amiga

Sara la observó nuevamente. A pesar de su cansancio, se veía tan linda como siempre se había visto. Probablemente era la persona más bella del mundo, y ella jamás lo había notado. Fue como si con esas palabras, los ojos se le hubieran abierto por primera vez. Tal vez por eso la propuesta del capitán del equipo de tenis le había sonado tan fuera de lugar. Estaba claro para ella que él nunca sería tan especial como era Melissa, como siempre había sido.
- eres la persona más importante en mi mundo, Sara-, le dijo Melissa besándole la mano, y Sara se mantuvo temblando de ansiedad un par de segundos antes de deslizarse fuera del sofá y abrazar a su amiga, esta vez ya no con melancolía o tristeza, sino con otro tipo muy distinto de sentimiento. Era algo que conocía muy bien, pero que prefería no nombrar en ese momento. (...)

[Aperitivo de "Primavera", en la coleccion "Amor Fugaz"]

jueves, 3 de junio de 2010

La Muerte Enjaulada

Matías no era mayor de siete años el día que le dijeron por primera vez que estaba destinado a no morir. Había estado jugando como siempre, como tantas veces le habían dicho que no lo hiciera, en el estudio del abuelo, cuando había descubierto un pequeño pajarillo azul fluorescente que dormitaba en una jaula.

Maravillado por el hecho de que parecía brillar con cada respiro, el niño corrió de inmediato a buscar su copia del “manual de las criaturas de todo el planeta”; un libro escrito por un ecologista polaco antes de la segunda guerra mundial y que contenía, para él, todo el saber natural de la humanidad. Su emoción creció todavía más al no encontrar ningún registro de un animal que se le pareciera. Era evidente lo que esto significaba: había descubierto una nueva especie desconocida hasta el momento para el ser humano; y por tanto como buen investigador, resolvió que lo mejor sería estudiarla a profundidad para descubrir cuales eran sus características y origen.

Aún ignorando la lógica de que alguien debía ser su dueño para que pudiera estar en una jaula, Matías cargó con el pájaro hasta su habitación y se encerró en ella para poder observarlo con más calma.

No fue sino horas después que a Helena, su madre, se le ocurrió entrar a ver qué tenía a su hijo tan entretenido. La mujer de inmediato soltó un grito.
Lo encontró echado en el suelo, boca arriba, con los ojos en blanco, escuchando en estado de trance el cantar suave y melódico del ave que revoloteaba ahora libre por todo el cuarto. Al verla, el pájaro se detuvo de inmediato y se lanzó a toda velocidad hacia la libertad; pasando por el hombro de Helena y volando por el pasillo desesperado por encontrar una ventana.
Para su desgracia, en el momento en que divisó una nueva puerta abriéndose, fue atrapada en seco por las manos firmes del padre de Matías, Alberto, y regresada sin demasiados problemas a su jaula, aunque entre una multitud de sonidos de protesta que ningún ave normal hubiese sido capaz de hacer.

Helena corrió a abrazar a su marido; por poco y ocurría una tragedia. La mujer le contó con preocupación la situación en la que la había encontrado, y el estado en el que se hallaba Matías a raíz de eso.

Alberto, con la serenidad que lo caracterizaba en todo lo que hacía, tranquilizó a su mujer, y entró a la habitación de su hijo, que ya se recuperaba del extraño trance, sentándose en su cama como muchos años después sería retratado en su estatua de mármol de la cripta de la familia del Valle.

“Matías, comenzó diciendo, ¿sabes que tu abuelo es muy bueno jugando a las cartas?”
Matías, que se esperaba un regaño, asintió sin entender del todo el porqué de la pregunta.

“Hace mucho tiempo, cuando estaba en el ejército, tu abuelo recibió una visita inesperada en las barracas en las que vivía. Su fama como jugador era tan grande que varios de sus amigos se la habían llevado a la tumba e incluso más allá, y había llegado a oídos de la misma muerte; que se había sentido insultada al saber que había dicho que era capaz de engañarla incluso a ella si se encontraran jugando a las cartas. Ella se dispuso a llevarse su alma en venganza, pero como tu abuelo sabía que la muerte era obstinada y orgullosa, la retó a una mano de póquer, apostándole su vida contra la libertad de ella. La muerte aceptó el desafió, y las cartas se repartieron. Esa ave no brilla sin ningún motivo. La razón por la que lo hace, y por la que canta como puede hacerlo, es porque sabe que los humanos se maravillan de esas cualidades, y se van a sentir tentados a liberarla, y ella quiere recuperar su libertad después de haberla perdido. Cambia de forma con cada uno de nosotros que está a cargo de cuidarla, y el turno de cada uno se termina cuando nace su primer hijo. ¿Ahora entiendes por qué no queríamos que la vieras?”.

Matías reflexionó un momento en silencio, y luego miró desconcertado a su papá, esperando una respuesta.

Alberto lo tomó entonces de los hombros, y le dijo por primera vez las palabras que lo marcarían de por vida.

“ese pájaro es nuestra muerte Matías, mientras no lo sueltes, no puedes morir”.

[Aperitivo de "Los Inmortales"]

Sobredosis de Azul

-Tú eres la misma en todas las realidades, y quiero saber por qué-
La chica observó entonces al anciano en silencio por un segundo, como tratando de pensar en una respuesta lo suficientemente buena para esa pregunta; sin resultado.
- en cada realidad por la que paso, todos son diferentes. Tienen diferentes edades, piensan distinto, o son personas completamente diferentes, incluso yo, pero tú siempre estas donde yo estoy, y siempre eres idéntica. Tú eres la constante que no podía descifrar en mi ecuación del macro cosmos-
- te diste cuenta solo; dijo la chica sonriendo; él tenía más razón de la que me hubiera imaginado-
- ¿él?, ¿Quién es él?-
- Dios-

Martín se quedó mirando por un momento a la chica, sin saber a ciencia cierta si bromeaba o hablaba en serio.
- ¿estás hablando en serio?-
La chica se acercó a su cama, y se sentó al lado del anciano
- ¿sabes cómo ve dios al universo?; comenzó a decir; no podría explicártelo exactamente porque las palabras no alcanzan para describirlo, pero digamos que lo ve como un pintor que trabaja sobre un lienzo. Todo lo que pinta, desde las piedras hasta los humanos, tienen una combinación de colores específica, y con esa combinación tienen cualidades particulares que los hacen más o menos equilibrados. Lo que pasó contigo fue que Dios no tuvo cuidado y se le pasó un color-
- ¿un color?-
- te dio una sobredosis de azul-
- entonces sé demasiado-
- más bien puedes entender más de lo que deberías. No se supone que los humanos entiendan la ecuación universal, Martín, ni menos que entiendan la manera en que dios piensa. Si lo hacen, van a pensar que son iguales a él, y dios va a dejar de ser dios-
- ¿y entonces?-
- entonces, no sé qué pasaría, pero tengo la impresión de que el universo entero entraría en caos. Tiene que haber un dios, y un orden superior, o las cosas no pueden andar bien-
- entonces, ¿por eso he estado muriendo en todos los universos en los que existe mi conciencia?, porque dios no quiere que divulgue su secreto-
- es muy peligroso que lo hagas-
- ¿y ahora qué?, ¿para eso estas aquí?, ¿para evitar que hable?-
- no, mi trabajo era cuidar que no descubrieras la ecuación, y fallé miserablemente. El ver que no hables no tiene nada que ver conmigo-
- ¿entonces qué sigues haciendo aquí?-
La chica entonces se acercó a la cabecera de la cama y se arrodilló para estar más cerca de él
- estoy aquí porque esperaba que pudiéramos estar juntos un tiempo antes de que se termine-

El anciano volvió a guardar silencio

- todo el tiempo que fui tu asistente tuve que haberte alejado de la respuesta del macro cosmos pero por alguna razón no podía alejarte del conocimiento. Entender te hacía tan feliz, que creo que nunca te fijaste en lo que hacía yo-
- ¿qué estás diciendo?-
- que a veces me hubiera gustado que veas que vivir las cosas que no podemos entender, como el amor, es más importante que entender las cosas que nos rodean. Puedes divulgar la ecuación, y morirías inmediatamente por inercia propia del universo; y sé que eso no te importa mucho pero… También puedes no decir nada y pasar el tiempo que te quede de vida en esta realidad conmigo-

[Aperitivo de "El Macro Cosmos"]

martes, 1 de junio de 2010

La fuente de los Deseos

¿Cómo era posible?, Claudia era su mejor amiga, la tratara como la tratara, no podía ni pensar en hacerle eso, sería lo peor. Carolina había hecho hasta lo imposible por evitarlo, pero cada día se le hacía más evidente que se estaba enamorando de él.
- por favor, dame una señal; pidió sujetando entre sus palmas la moneda; dime qué es lo que tengo que hacer…

- ¿viniste a pedir un deseo?-, escuchó entonces la chica, y se volteó sorprendida.
- ¿qué?-
- que si viniste a pedir un deseo; repitió Juan Daniel; tú sabes, por lo de que es una fuente mágica-
- ah. Sí, sí eso trataba de hacer; dijo la chica jugando con la moneda que todavía no arrojaba al agua; pero supongo que es algo tonto, ¿no?-
- no lo sé; respondió el chico sacando una moneda de su bolsillo; pero creo que yo vine a hacer lo mismo-
La chica sonrió entonces, y volvió a mirar a la fuente. Si esta era la señal que había pedido, entonces debía ser una muy confusa, porque ahora sus dudas se habían vuelto mucho más serias.
- ¿qué ibas a pedir?-, dijo después de un momento Juan Daniel
- yo… no sé exactamente; contestó Carolina sonrojada; creo que solo quise ver si funcionaba-
- no te creo; rió Juan Daniel; dime la verdad, prometo no reírme, ¿qué viniste a pedir?-
- en serio, no es nada en particular-, mintió de nuevo la chica
- bueno, si tú lo dices-
Hubo un minuto de silencio
- y, ¿tú?; dijo Carolina sin decidir si continuar o no con la conversación con Juan Daniel; ¿qué viniste a pedir?-
- claridad-
- ¿ah?-
Juan Daniel sonrió mirando a la fuente
- bueno, es un poco tonto pero creo que no puedo entenderme nunca con Claudia. No importa mucho cuanto la quiera, o que tan interesada esté ella en mi, siempre parece que hablar entre nosotros fuera complicado-
- ¿por qué dices eso?-
- no lo sé, es como si me costara ser yo mismo con ella-
- Claudia es muy exigente con todos los que están cerca de ella; rió Carolina; perdón, no pienses que me rio de ti, solo…
- sí, lo sé; rió también Juan Daniel; probablemente eso es verdad-
- bueno, de todos modos no está bien que nos burlemos de eso. Pero te entiendo, yo soy su mejor amiga, y siempre me siento como si no fuera suficiente para ella tampoco-
- dímelo a mí. Siempre estoy tratando de estar a la altura de lo que espera pero…
- a veces te preguntas si está enamorada de ti o de la idea que se hace de ti-
- exacto-
Una vez más, ambos chicos permanecieron en silencio
- ¿sabes, Carolina?, me encantaría poder hablar con ella como estoy hablando contigo ahora. Digo, siempre puedo hablarte como si no hubiera ninguna condición de por medio, solo decir lo que pienso-
- ¿en serio?-
- sí, es más, a veces me pregunto…
- ¿qué?-
- no sé, que pasaría si… no, ¿sabes qué?, olvídalo-
- bueno-, dijo la chica todavía mirándolo nerviosa
- nos hemos hecho buenos amigos, ¿verdad?-
- claro-, contestó Carolina sonriendo nerviosa, y luego trató de acercarse un poco a Juan Daniel para abrazarlo, pero pisó sin querer uno de los charcos que se habían formado alrededor de la pileta, y resbaló hacia adelante. El chico avanzó entonces, y la sujetó velozmente antes de que pudiera caer al suelo. Luego, ambos se quedaron muy quietos, sujetándose uno al otro.
- gracias-, dijo Carolina en voz baja, casi susurrando
- de nada-, le respondió Juan Daniel mirándola profundamente a los ojos
De un momento a otro, las manos de ambos chicos se relajaron, y sus posturas también. De sujetarse para no caer, habían pasado a abrazarse suavemente frente a frente.
- quiero mucho a Claudia, ¿sabes?-
- sí, lo sé-
- y tu eres…
- su mejor amiga-
- y yo soy…
- su novio-
- y… ¿qué le ibas a pedir a la fuente de deseo?-

Carolina cerró los ojos, se empinó y besó a Juan Daniel, que se quedó inmovilizado por un segundo, pero luego respondió el beso, acariciando suavemente el cabello de la niña.
- esto no está bien-, dijo ella.
- no, Claudia nos va a matar cuando se entere-, contestó Juan Daniel, y volvió a besarla suavemente

Al fondo de la fuente, la moneda que había resbalado de las manos de Carolina relucía por encima de todas las demás. Quizás esa si era una fuente mágica después de todo.

[Aperitivo de "Psíquicos Entre Nosotros"]